La Biblia en un año
Febrero24
Éxodo 5, Job 22, Lucas 11, 1 Corintios 11
Éxodo 5
Moisés y Aarón ante el faraón
5 Después Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, y le dijeron:
«El Señor, el Dios de Israel, dice así: “Deja ir a mi pueblo, para que celebren en el desierto una fiesta en mi honor.”»
2 Pero el faraón respondió:
«¿Y quién es “el Señor”, para que yo le haga caso y deje ir a Israel? Yo no conozco al Señor, ni tampoco dejaré ir a Israel.»
3 Ellos dijeron entonces:
«El Dios de los hebreos nos ha encontrado, así que ahora vamos a ir al desierto camino de tres días, y allí ofreceremos sacrificios al Señor nuestro Dios. No vaya a ser que venga contra nosotros con peste o con espada.»
4 Pero el rey de Egipto les dijo:
«Moisés y Aarón, ¿por qué hacen que el pueblo abandone su trabajo? ¡Vayan a cumplir con sus tareas!»
5 Y también dijo el faraón:
«Como pueden ver, es mucha la gente que hay en el país, ¡y ustedes le impiden cumplir con sus tareas!»
6 Ese mismo día el faraón dio esta orden a los jefes de cuadrilla que tenían a su cargo al pueblo, y a sus capataces:
7 «De aquí en adelante no le darán al pueblo paja para hacer ladrillo, como lo han hecho hasta ahora. ¡Que vayan ellos mismos a recoger la paja! 8 Pero los obligarán a hacer la misma cantidad de ladrillo que antes hacían. No les reduzcan ni un solo ladrillo. Lo que pasa es que están ociosos, y por eso levantan la voz y dicen: “Vayamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios.” 9 Háganlos trabajar más todavía. Que se mantengan ocupados y no hagan caso de mentiras.»
10 Los jefes de cuadrilla y sus capataces fueron a hablar con el pueblo, y les dijeron:
«Así ha dicho el faraón: “Ya no les voy a dar paja.” 11 Así que vayan ustedes mismos a recoger paja donde la encuentren, pero su tarea no se reducirá en nada.»
12 Entonces el pueblo se esparció por todo Egipto, y en lugar de paja iban recogiendo rastrojo. 13 Los cuadrilleros los apremiaban, y les decían:
«Cumplan con su tarea. Hagan los mismos ladrillos que hacían cuando se les daba paja.»
14 Por su parte, los capataces de los hijos de Israel, que los jefes de cuadrilla del faraón habían puesto sobre ellos, los azotaban y les decían:
«¿Por qué ni ayer ni hoy cumplieron con su tarea de ladrillos, como antes lo hacían?»
15 Por eso los capataces de los hijos de Israel fueron a hablar con el faraón, y se quejaron con él. Le dijeron:
«¿Por qué tratas así a tus siervos? 16 Paja no se nos da, y sin embargo nos ordenan: “Hagan ladrillos.” ¡Ahora resulta que a tus siervos se les azota, cuando que el culpable es tu pueblo!»
17 Pero el faraón respondió:
«Ustedes están ociosos. Tan ociosos están, que por eso dicen: “Vayamos a ofrecer sacrificios al Señor.” 18 ¡Váyanse ya a trabajar! Paja no se les va a dar, pero la cantidad de ladrillos que deben entregar será la misma.»
19 Los capataces de los hijos de Israel se vieron en aprietos cuando se les dijo: «No se disminuirá un solo ladrillo de la cantidad que deben entregar cada día.» 20 Y como al salir de la presencia del faraón encontraron a Moisés y Aarón, que los estaban esperando, 21 les dijeron:
«¡Que el Señor los mire y los juzgue! Ustedes nos han hecho odiosos a la vista del faraón y de sus siervos. ¡Les han puesto la espada en la mano, para que nos maten!»
El Señor comisiona a Moisés y a Aarón
22 Entonces Moisés se dirigió al Señor, y le dijo:
«Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? 23 Desde que yo vine para hablar en tu nombre al faraón, éste ha afligido a tu pueblo, ¡y tú no lo has liberado!»
Job 22
Tercera reprensión de Elifaz a Job
22 Pero Elifaz el temanita le respondió a Job:
2 «¿En qué se beneficia Dios con el hombre,
aun cuando éste sea un hombre inteligente?
3 ¿Se complace el Todopoderoso en tu inocencia,
o gana algo con que vayas por el buen camino?
4 ¿Acaso te castiga por tu piedad,
y por eso te somete a juicio?
5 ¡Demasiado grande es tu maldad!
¡Tu pecado no tiene límites!
6 Sin razón tomaste prenda de tus hermanos,
y a los pobres los despojaste de sus ropas.
7 No le diste de beber al sediento,
y al hambriento no le diste de comer.
8 En cambio, a los poderosos les diste tierras,
y a los magnates les permitiste habitarlas.
9 A las viudas las despediste con las manos vacías,
y a los huérfanos los despojaste de todo.
10 Por eso te ves enredado en esas trampas,
y te asaltan temores repentinos.
11 Las tinieblas no te dejan ver,
y las aguas profundas te abruman.
12 »Pero Dios está en las alturas de los cielos;
¡mira cuán altas se hallan las refulgentes estrellas!
13 ¿Y tú dices que Dios no sabe lo que haces,
y que la densa oscuridad le impide juzgar?
14 ¿Que no te puede ver porque las nubes lo rodean,
y porque va y viene por la bóveda celeste?
15 ¿Acaso quieres seguir por la antigua senda
que han recorrido los malvados?
16 Ellos fueron arrebatados antes de tiempo,
porque sus fundamentos no eran firmes.
17 Le pidieron a Dios que se apartara de ellos,
sin que el Omnipotente les hubiera hecho daño.
18 Más bien, Dios colmó sus casas de bienes.
¡Lejos sea de mí el juntarme con ellos!
19 Al verlos destruidos, los justos se alegrarán,
y los inocentes se burlarán de ellos y dirán:
20 “Nuestros enemigos han sido destruidos;
el fuego ha consumido lo que de ellos quedaba.”
21 »Reconcíliate con Dios, y recupera la paz;
así él te devolverá la prosperidad.
22 Permítele que él mismo te instruya,
y pon sus palabras en tu corazón.
23 Si te vuelves a Dios, él te levantará;
así alejarás de tu casa la aflicción.
24 Si arrojas por el suelo tus riquezas,
tendrás tanto oro de Ofir como piedras en el río.
25 El Todopoderoso será tu defensor,
y en tu casa abundará la plata.
26 Hallarás tu deleite en el Todopoderoso,
y ante Dios podrás levantar la cara.
27 Cuando lo llames, él te escuchará,
y tú podrás cumplirle tus promesas.
28 Llevarás a buen término todos tus planes,
y en tus caminos brillará la luz.
29 A los humildes, Dios los exalta;
a los abatidos, Dios les da su salvación.
30 Dios libera al que es inocente,
y si eres inocente, también serás liberado.»
Lucas 11
Jesús y la oración
11 En cierta ocasión, Jesús estaba orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.» 2 Jesús les dijo: «Cuando ustedes oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación.”»
5 También les dijo: «¿Quién de ustedes, que tenga un amigo, va a verlo a medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha venido a visitarme, y no tengo nada que ofrecerle”? 7 Aquél responderá desde adentro y le dirá: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mis niños están en la cama conmigo. No puedo levantarme para dártelos” 8 Yo les digo que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sí se levantará por su insistencia, y le dará todo lo que necesite. 9 Así que pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. 11 ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, en lugar del pescado le da una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión? 13 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»
Una casa dividida contra sí misma
14 Jesús estaba expulsando un demonio que había dejado mudo a un hombre, y cuando el demonio salió, el mudo comenzó a hablar y la gente quedó asombrada. 15 Pero algunos dijeron: «Éste expulsa a los demonios por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios.» 16 Otros, para ponerlo a prueba, le pedían alguna señal del cielo. 17 Pero él, que sabía lo que ellos pensaban, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda devastado. No hay casa que permanezca, si internamente está dividida. 18 Ya que ustedes dicen que yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿cómo podrá permanecer el reino de Satanás, si él está dividido contra sí mismo? 19 Porque, si yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿por el poder de quién los expulsan los hijos de ustedes? Por tanto, ellos mismos serán los jueces de ustedes. 20 Pero si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a ustedes. 21 Cuando un hombre fuerte está bien armado y protege su palacio, lo que posee no corre peligro. 22 Pero cuando otro más fuerte que él viene y lo derrota, le quita todas las armas en las que confiaba, y reparte el botín. 23 El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama.
El espíritu impuro que vuelve
24 »Cuando el espíritu impuro sale del hombre, anda por lugares áridos en busca de reposo, pero al no encontrarlo dice: “Volveré a mi casa, de donde salí.” 25 Y cuando llega y la encuentra barrida y adornada, 26 va y trae otros siete espíritus peores que él, y todos entran y allí se quedan a vivir. ¡Y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero!»
Los que en verdad son dichosos
27 Mientras Jesús decía esto, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: «¡Dichoso el vientre que te dio a luz, y los senos que te amamantaron!» 28 Jesús respondió: «Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios, y la obedecen.»
La gente perversa demanda señal
29 Como la multitud que lo rodeaba iba en aumento, Jesús comenzó a decir: «¡Qué malvada es esta generación! Demanda una señal, pero no tendrán más señal que la del profeta Jonás. 30 Porque así como Jonás fue una señal para los ninivitas, también el Hijo del Hombre será una señal para esta generación. 31 En el día del juicio, la reina del Sur se levantará con la gente de esta generación, y la condenará; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más grande que Salomón. 32 En el día del juicio, los habitantes de Nínive se levantarán con esta generación, y la condenarán; porque al oír la predicación de Jonás se arrepintieron, y aquí hay alguien que es más grande que Jonás.
La lámpara del cuerpo
33 »Nadie esconde la luz que se enciende, ni la pone debajo de un cajón, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. 34 La lámpara del cuerpo es el ojo. Cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo esta lleno de luz; pero cuando tu ojo es malo, también tu cuerpo estará a oscuras. 35 Ten cuidado, no sea que la luz que hay en ti resulte ser oscuridad. 36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, y no participa de la oscuridad, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.»
Jesús acusa a fariseos y a intérpretes de la ley
37 Después de que Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a que comiera con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. 38 Al fariseo le extrañó ver que Jesús no se hubiera lavado antes de comer, 39 pero el Señor le dijo: «Ustedes los fariseos limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro están llenos de robo y de maldad. 40 ¡Necios! ¿Acaso el que hizo lo de afuera, no hizo también lo de adentro? 41 Den limosna de lo que está adentro, y así todo quedará limpio para ustedes.
42 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan el diezmo de la menta y de la ruda, y de toda clase de hortalizas, pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Esto es necesario que lo hagan, sin dejar de hacer aquello. 43 ¡Ay de ustedes, fariseos!, que aman los primeros lugares en las sinagogas, y los saludos en las plazas. 44 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Son ustedes como sepulcros que no se ven, y los que pasan por encima no lo saben.»
45 Uno de los intérpretes de la ley, le dijo: «Maestro, cuando dices esto, nos insultas también a nosotros.» 46 Y Jesús dijo: «¡Ay de ustedes también, intérpretes de la ley! Porque imponen a los otros cargas muy difíciles de llevar, pero ustedes ni siquiera con un dedo las tocan. 47 ¡Ay de ustedes, los que erigen los sepulcros de los profetas que mataron los antepasados de ustedes! 48 Con ello, no sólo son ustedes testigos sino cómplices de lo que hicieron sus antepasados, pues ellos los mataron y ustedes les erigen sus sepulcros. 49 Por eso, Dios en su sabiduría dijo: “Les enviaré profetas y apóstoles. De ellos, a unos matarán y a otros perseguirán.” 50 Por lo tanto, a la gente de esta generación se le demandará la sangre de todos los profetas, que desde la fundación del mundo ha sido derramada, 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo. Sí, les aseguro que será demandada de esta generación. 52 ¡Ay de ustedes, intérpretes de la ley! Porque se han apoderado de la llave del conocimiento, ¡y ni ustedes entraron, y a los que sí querían entrar se lo impidieron!»
53 Como Jesús les decía todo esto, los escribas y los fariseos comenzaron a hostigarlo en gran manera, y a provocarlo para que hablara de muchas cosas, 54 y le tendían trampas para atraparlo en sus propias palabras.
1 Corintios 11
Imítenme a mí, así como yo imito a Cristo.
Atavío de las mujeres
2 Ustedes merecen que los felicite porque se acuerdan de mí en todo, y porque retienen las instrucciones tal como se las entregué. 3 Pero quiero que sepan que Cristo es la cabeza de todo hombre, y que el hombre es la cabeza de la mujer, y que Dios es la cabeza de Cristo. 4 Todo el que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza. 5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; es como si se hubiera rapado. 6 Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; pero si le es vergonzoso cortarse el pelo o raparse, entonces que se cubra. 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza porque él es la imagen y la gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre. 8 Porque el hombre no procede de la mujer, sino que la mujer procede del hombre. 9 Y tampoco fue creado el hombre por causa de la mujer, sino que la mujer fue creada por causa del hombre. 10 Por esta razón, y por causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre su cabeza una señal de autoridad. 11 Pero en el Señor, ni el hombre existe sin la mujer, ni la mujer existe sin el hombre; 12 porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer, y todo procede de Dios. 13 Juzguen ustedes mismos: ¿Está bien que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? 14 ¿Acaso la naturaleza misma no les enseña que al hombre le es deshonroso dejarse crecer el cabello? 15 Por el contrario, para la mujer es motivo de honra dejarse crecer el cabello; porque en lugar de velo le fue dado el cabello. 16 Pero si alguno quiere discutir acerca de esto, yo digo que nosotros no tenemos otra costumbre, ni las iglesias de Dios.
Abusos en la Cena del Señor
17 Pero mi felicitación no se extiende a lo que sigue, porque ustedes no se congregan para buscar lo mejor, sino lo peor. 18 Pues en primer lugar oigo decir que, cuando se reúnen como iglesia, hay divisiones entre ustedes; y en parte lo creo. 19 Porque es preciso que haya disensiones entre ustedes, para que se vea claramente quiénes de ustedes son los que están aprobados. 20 Y es que, cuando ustedes se reúnen, en realidad ya no lo hacen para participar en la cena del Señor, 21 sino que cada uno se adelanta a comer su propia cena; y mientras que unos se quedan con hambre, otros se emborrachan. 22 ¿Acaso no tienen casas, donde pueden comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios, y quieren poner en vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué debo decirles? ¿Que los felicito? ¡No puedo felicitarlos por esto!
Institución de la Cena del Señor
23 Yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado a ustedes: Que la noche que fue entregado, el Señor Jesús tomó pan, 24 y que luego de dar gracias, lo partió y dijo: «Tomen y coman. Esto es mi cuerpo, que por ustedes es partido; hagan esto en mi memoria.» 25 Asimismo, después de cenar tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que la beban, en mi memoria.» 26 Por lo tanto, siempre que coman este pan, y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor, hasta que él venga.
Participación indigna en la Cena
27 Así que cualquiera que coma este pan o beba esta copa del Señor de manera indigna, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto, cada uno de ustedes debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y de beber de la copa. 29 Porque el que come y bebe de manera indigna, y sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe para su propio castigo. 30 Por eso hay entre ustedes muchos enfermos y debilitados, y muchos han muerto. 31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32 pero si somos juzgados por el Señor, somos disciplinados por él, para que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan a comer, espérense unos a otros. 34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que sus reuniones no se hagan acreedoras al castigo. Lo demás lo pondré en orden cuando vaya a verlos.