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Febrero29

Éxodo 10, Job 27, Lucas 16, 1 Corintios 16

AudioCCF Bogotá
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Éxodo 10

La plaga de langostas

El Señor le dijo a Moisés:

«Preséntate ante el faraón. Yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrarles a ellos estas señales mías, 2 y para que tú les cuentes a tus hijos y a tus nietos las señales que hice entre ellos en Egipto. Así sabrán que yo soy el Señor.»

3 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, y le dijeron:

«El Señor, el Dios de los hebreos, ha dicho: “¿Hasta cuándo te negarás a humillarte delante de mí? ¡Deja ir a mi pueblo, para que me sirva! 4 Si insistes en no dejarlo ir, mañana mismo traeré langostas sobre tu territorio, 5 y éstas cubrirán la superficie de la tierra, de tal modo que no podrá verse el suelo. Se comerán todo lo que el granizo no haya dañado, lo mismo que todos los árboles frutales del campo. 6 Llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, como nunca antes lo vieron tus padres ni tus abuelos desde que nacieron hasta el día de hoy.”»

Y dándose vuelta, Moisés salió de la presencia del faraón. 7 Entonces los siervos del faraón le dijeron:

«¿Hasta cuándo este hombre será para nosotros una trampa? ¡Deja que esta gente se vaya y sirva al Señor su Dios! ¿Acaso no sabes todavía que Egipto se encuentra en ruinas?»

8 El faraón volvió a llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:

«Vayan y sirvan al Señor su Dios. ¿Quiénes son los que va a ir?»

9 Moisés respondió:

«Tenemos que ir con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, y con nuestras ovejas y nuestras vacas. Se trata de nuestra fiesta solemne para el Señor.»

10 Pero el faraón les dijo:

«¡Y claro, también el Señor va a ir con ustedes! ¿Cómo creen que voy a dejarlos ir, a ustedes y a sus niños? ¡Tengan cuidado, que les puede ir muy mal! 11 Pues no será así. Vayan ahora ustedes los varones, y sirvan al Señor, ya que eso es lo que pidieron.»

Y los echaron fuera de la presencia del faraón.

12 Entonces el Señor le dijo a Moisés:

«Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para que vengan las langostas y cubran todo el país, y acaben con todo lo que dejó el granizo.»

13 Y Moisés extendió su vara sobre la tierra de Egipto, y el Señor hizo que todo ese día y toda esa noche soplara sobre el país un viento del oriente; y cuando llegó la mañana, con ese viento del oriente llegaron las langostas. 14 Y se extendieron y se plantaron por todo Egipto. Vinieron en tal cantidad, que nunca antes sucedió algo así, ni sucederá después. 15 De tal manera cubrieron la superficie del país, que se oscureció la tierra. Arrasaron con toda la hierba del campo, y con todos los frutos que el granizo había dejado en los árboles. En toda la tierra de Egipto no quedó nada verde en los árboles ni en la hierba del campo.

16 El faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:

«He pecado contra el Señor su Dios, y contra ustedes. 17 Pero les ruego que, sólo por esta vez, perdonen mi pecado y pidan al Señor su Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.»

18 Y Moisés salió de la presencia del faraón, y oró al Señor. 19 Entonces el Señor trajo de occidente un viento muy fuerte, y barrió con las langostas y las arrojó al Mar Rojo. ¡Ni una sola langosta quedó en todo Egipto! 20 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.

La plaga de tinieblas
21 El Señor le dijo a Moisés:

«Extiende tu mano hacia el cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas tan densas que hasta se puedan tocar.»

22 Y Moisés extendió su mano hacia el cielo, y durante tres días todo Egipto se cubrió de densas tinieblas. 23 En esos tres días, nadie pudo ver a su vecino, ni nadie se movió de su sitio; en cambio, todos los hijos de Israel tenían luz en sus casas. 24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés, y le dijo:

«Vayan a servir al Señor, y lleven con ustedes a sus niños, con tal de que dejen aquí a sus ovejas y sus vacas.»

25 Pero Moisés respondió:

«¡Pues hasta tú vas a darnos los animales que debemos ofrecer al Señor nuestro Dios como sacrificio y holocausto! 26 También nuestros ganados irán con nosotros. No se quedará aquí ni una sola pezuña, pues tenemos que tomar de nuestros animales para servir al Señor nuestro Dios, y no sabremos cómo debemos servirle hasta que lleguemos allá.»

27 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir; 28 al contrario, el faraón le dijo a Moisés:

«¡Aléjate de mí! ¡Y ten cuidado de no volver a verme! Porque si algún día vuelves a verme, morirás.»

29 Y Moisés le respondió:

«Tal y como lo has dicho, ¡nunca más volveré a verte!»

Job 27

Job continuó con su discurso, y dijo:

2 «¡Vive Dios, el Todopoderoso,
que me amarga la vida al negarme su justicia!
3 Pero mientras me quede vida,
mientras quede en mí el hálito divino,
4 no emitirán mis labios nada reprochable,
ni mi lengua pronunciará engaño alguno.
5 Jamás podré dar a ustedes la razón;
sostendré mi inocencia hasta la muerte.
6 No renunciaré a insistir en mi justicia;
mientras viva, tendré la conciencia tranquila.
7 ¡Que sean mis enemigos como los malvados!
¡Que sean mis adversarios como los inicuos!

8 »¿Que fin le espera al malvado y ladrón,
cuando Dios le arrebate la vida?
9 ¿Acaso Dios escuchará su clamor
cuando le sobrevenga la angustia?
10 ¿Hallará placer al lado del Todopoderoso?
¿Invocará acaso a Dios en todo momento?
11 ¡Voy a enseñarles algo del poder de Dios!
¡Les voy a revelar lo que sé del Todopoderoso!
12 No hay duda de que todos ustedes lo han visto;
entonces, ¿por qué dicen tantas tonterías?»

Tercera reprensión de Sofar a Job
13 «El Dios Todopoderoso tiene ya preparada
la herencia de los malvados y violentos:
14 Podrán tener muchos hijos, pero morirán por la espada;
los más pequeños siempre carecerán de pan.
15 Si acaso alguno sobrevive, no será sepultado,
ni su viuda llorará su muerte.
16 Podrá vivir entre montones de plata,
y acumular grandes cantidades de ropa,
17 pero al final los hombres justos e inocentes
se pondrán esa ropa y se repartirán la plata.

18 »La casa que edifica está carcomida por dentro;
es tan frágil como una choza de vigilancia.
19 Se va a descansar seguro de sus riquezas,
pero al despertar ya está en la miseria.
20 Entonces el terror lo domina como un río,
y en la noche lo arrastra como un torbellino.
21 Un viento calcinante lo lanza a las alturas;
una fuerte tempestad lo arranca de su lugar.
22 Dios lo castigará sin piedad,
y aunque quiera escapar, no lo conseguirá.
23 Al verlo, la gente aplaudirá
y se alegrará de verlo arruinado.»

Lucas 16

Parábola del mayordomo infiel

Jesús también les dijo a sus discípulos: «Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de malgastar los bienes de su amo. 2 Ese hombre llamó al mayordomo, y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Ríndeme cuentas de tu mayordomía, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.” 3 Entonces el mayordomo se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer si mi amo me quita la mayordomía? ¿Cavar la tierra? ¡No soy capaz! ¿Pedir limosna? ¡Qué vergüenza! 4 ¡Ya sé lo que haré! Así, cuando se me quite la mayordomía, seré bien recibido en cualquier casa.” 5 Llamó entonces a cada uno de los deudores de su amo, y al primero le dijo: “¿Cuánto le debes a mi amo?” 6 Aquél respondió: “Cien barriles de aceite.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta y, enseguida, siéntate y anota cincuenta.” 7 A otro le dijo: “Y tú, ¿cuánto debes?” Y aquél respondió: “Cien sacos de trigo.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta, y anota ochenta.” 8 Y el amo elogió al mal mayordomo por haber actuado con tanta sagacidad, pues en el trato con sus semejantes los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz.

9 »Por tanto, les digo: Háganse de amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, sean ustedes recibidos en las mansiones eternas.

10 »El que es confiable en lo poco, también lo es en lo mucho; y el que no es confiable en lo poco, tampoco lo es en lo mucho. 11 Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables, ¿quién podrá confiarles lo verdadero? 12 Y si con lo ajeno no resultan confiables, ¿quién les dará lo que les pertenece? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores, porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.»[a]

14 Los fariseos, que eran avaros, también escuchaban estas cosas, y se burlaban de él. 15 Entonces Jesús les dijo: «Ustedes se justifican a ustedes mismos delante de la gente, pero Dios conoce su corazón; pues lo que la gente considera sublime, ante Dios resulta repugnante.

La ley y el reino de Dios
16 »La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero más fácilmente pasarán el cielo y la tierra, a que deje de cumplirse una sola letra de la ley.

Jesús enseña sobre el divorcio
18 »Todo el que se divorcia de su mujer, y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la divorciada, también comete adulterio.

El rico y Lázaro
19 »Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y cada día celebraba espléndidos banquetes. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que lleno de llagas pasaba el tiempo echado a la puerta de aquél, 21 ansioso de saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico, y hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22 Llegó el día en que el mendigo murió, y los ángeles se lo llevaron al lado de Abrahán. Después murió también el rico, y fue sepultado. 23 Cuando el rico estaba en el Hades, en medio de tormentos, alzó sus ojos y, a lo lejos, vio a Abrahán, y a Lázaro junto a él. 24 Entonces gritó: “Padre Abrahán, ¡ten compasión de mí! ¡Envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan!” 25 Pero Abrahán le dijo: “Hijo mío, acuérdate de que, mientras vivías, tú recibiste tus bienes y Lázaro recibió sus males. Pero ahora, aquí él recibe consuelo y tú recibes tormentos. 26 Pero, además, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de manera que los que quieran pasar de aquí a donde están ustedes, no pueden hacerlo; ni tampoco pueden pasar de allá hacia acá.” 27 Aquél respondió: “Padre, entonces te ruego que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 donde tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29 Pero Abrahán le respondió: “Pero ellos tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los escuchen!” 30 Y aquél contestó: “No lo harán, padre Abrahán. Pero si alguien de entre los muertos va a ellos, sí se arrepentirán.” 31 Abrahán le dijo: “Si no han escuchado a Moisés y a los profetas, tampoco se van a convencer si alguien se levanta de entre los muertos.”»

1 Corintios 16

La ofrenda para los santos

En cuanto a la ofrenda para los santos, hagan lo que les ordené a las iglesias de Galacia. 2 Cada primer día de la semana, cada uno de ustedes ponga algo aparte, según lo que haya ganado, y guárdelo, para que no se tengan que recoger las ofrendas cuando yo esté allá. 3 Y cuando llegue, enviaré a aquellos que ustedes hayan designado por carta, para que lleven la ofrenda de ustedes a Jerusalén. 4 Si acaso es conveniente que yo también vaya, ellos irán conmigo.

Planes de Pablo
5 Tengo que pasar por Macedonia. Así que luego de pasar por allí iré a visitarlos 6 y tal vez me quede algún tiempo con ustedes, o pase allí el invierno, para que me ayuden a seguir mi camino, cualquiera que éste sea. 7 Porque esta vez no quiero verlos solamente de paso, sino que espero quedarme con ustedes por algún tiempo, si el Señor así lo permite. 8 Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés; 9 porque, aunque hay muchos que están en contra de mí, se me ha presentado una gran oportunidad para el trabajo.

10 Si llega Timoteo, asegúrense de que se sienta cómodo entre ustedes, porque él hace la obra del Señor lo mismo que yo. 11 Por tanto, que nadie lo menosprecie; al contrario, ayúdenlo a seguir su camino en paz, para que se reúna conmigo, pues estoy esperándolo junto con los hermanos.

12 En cuanto al hermano Apolos, le insistí mucho que fuera a visitarlos junto con otros hermanos, pero esta vez no hubo manera de convencerlo; sin embargo, lo hará cuando tenga oportunidad.

Salutaciones finales
13 Manténganse atentos y firmes en la fe; sean fuertes y valientes. 14 Háganlo todo con amor.

15 Hermanos, ustedes ya saben que la familia de Estéfanas fue el primer fruto de Acaya, y que ellos se han dedicado a servir a los santos. 16 Les ruego que se sometan a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. 17 Me alegré mucho de que hayan venido Estéfanas, Fortunato y Acaico, pues ellos han suplido la ausencia de ustedes, 18 ya que han fortalecido mi espíritu y el de ustedes. Lleven en cuenta a personas como ellos.

19 Reciban los saludos de las iglesias de Asia. También de Aquila y Priscila, y de la iglesia que está en su casa, los cuales les envían muchos saludos en el Señor. 20 Reciban saludos de todos los hermanos; y ustedes, salúdense unos a los otros con un beso santo.

21 Yo, Pablo, les escribo este saludo de mi puño y letra. 22 Si alguno no ama al Señor, quede bajo maldición. ¡El Señor viene![a] 23 Que la gracia del Señor Jesucristo sea con ustedes, 24 lo mismo que mi amor por ustedes en Cristo Jesús. Amén.

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