top of page

Marzo 2

Éxodo 12, Job 29, Lucas 18, 2 Corintios 2

AudioCCF Bogotá Norte
00:00 / 18:59

Éxodo 12

La Pascua

El Señor habló con Moisés y Aarón en la tierra de Egipto, y les dijo:

2 «Este mes marcará el principio de los meses. Será para ustedes el primer mes del año. 3 Hablen con toda la congregación de Israel, y díganle: “El día diez de este mes, cada uno de ustedes debe tomar un cordero por familia, según las familias de los padres.” 4 Si la familia es tan pequeña como para no comerse todo el cordero, entonces esa familia y sus vecinos más cercanos tomarán un cordero, según el número de personas. Calcularán el cordero según lo que cada persona pueda comer. 5 El animal debe ser macho, de un año y sin ningún defecto, y lo tomarán de las ovejas o de las cabras. 6 Lo apartarán hasta el día catorce de este mes, y toda la congregación de Israel lo sacrificará entre la tarde y la noche. 7 Tomarán un poco de sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo vayan a comer. 8 Lo comerán esa noche, asando la carne al fuego y acompañando la carne con panes sin levadura y hierbas amargas. 9 La carne no debe estar cruda ni ser cocida en agua, sino asada al fuego, junto con la cabeza, las patas y las entrañas. 10 No dejarán nada del cordero para el día siguiente; si algo queda hasta el día siguiente lo quemarán por completo. 11 Debe comer el cordero vestidos y calzados, y con el bordón en la mano, y comerlo de prisa; se trata de la Pascua del Señor. 12 Esa noche yo, el Señor, pasaré por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primogénito egipcio, tanto de sus hombres como de sus animales, y también dictaré sentencia contra todos los dioses de Egipto. 13 Y cuando hiera yo la tierra de Egipto, la sangre en las casas donde ustedes se encuentren les servirá de señal, pues yo veré la sangre y seguiré adelante, y no habrá entre ustedes ninguna plaga de mortandad.

14 »Este día deberán recordarlo y celebrarlo generación tras generación, como fiesta solemne en honor del Señor. Es un estatuto perpetuo que deben celebrar. 15 Durante siete días comerán panes sin levadura, y desde el primer día no deberán tener levadura en sus casas, porque todo el que coma pan leudado desde el primer día hasta el séptimo, será expulsado de Israel. 16 El primer día habrá una convocación solemne, lo mismo que el día séptimo. No se hará en ellos ningún trabajo, a no ser lo que cada uno deba preparar para comer. 17 Deberán celebrar esta fiesta de los panes sin levadura, porque fue en este día cuando los saqué a todos ustedes de Egipto. Por lo tanto, sus generaciones futuras deberán cumplir con este mandamiento como costumbre perpetua. 18 Desde el día catorce del mes primero por la tarde, y hasta el día veintiuno por la tarde de ese mismo mes primero, comerán panes sin levadura. 19 Durante siete días no deben tener levadura en sus casas. Cualquiera que coma pan leudado, sea extranjero o nacido en el país, será expulsado de la congregación de Israel. 20 No deben comer nada que tenga levadura. Dondequiera que ustedes vivan, deberán comer panes sin levadura.»

21 Entonces Moisés llamó a todos los ancianos de Israel y les dijo:

«Vayan y tomen un cordero por cada familia, y sacrifíquenlo para la pascua. 22 Tomen un manojo de hisopo y mójenlo en la sangre que deberán haber recogido en un recipiente, y unten el dintel y los dos postes con esa sangre. Ninguno de ustedes debe salir de su casa hasta el día siguiente, 23 porque el Señor pasará y herirá de muerte a los egipcios; pero, cuando él pase y vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará por alto aquella puerta y no dejará que el ángel exterminador entre en las casas de ustedes y los hiera.

24 »Éste será un estatuto perpetuo, que ustedes y sus hijos deberán cumplir siempre. 25 Cuando ustedes entren en la tierra que el Señor les ha prometido, deberán seguir cumpliéndolo. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué sentido tiene para ustedes este estatuto?”, 27 ustedes les responderán: “Se trata del sacrificio que se ofrece al Señor como recuerdo de la pascua, es decir, cuando en Egipto el Señor pasó por alto las casas israelitas y nos salvó la vida, pero hirió de muerte a los egipcios.”»

Entonces los israelitas se inclinaron y adoraron, 28 y luego fueron y cumplieron con todo lo que el Señor les había ordenado a Moisés y a Aarón.

Muerte de los primogénitos

29 A la medianoche, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, lo mismo al primogénito del faraón que ocupaba el trono que al primogénito del que estaba cautivo en la cárcel, y a todas las primeras crías de los animales. 30 Y esa misma noche el faraón se levantó, lo mismo que todos sus siervos y todos los egipcios, y en todo Egipto hubo un gran clamor, porque no había una casa donde no hubiera un muerto. 31 Esa misma noche el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:

«Apártense de mi pueblo, ustedes y los hijos de Israel, y vayan a servir al Señor, tal y como lo han pedido. 32 Llévense también sus ovejas y sus vacas, como lo han pedido, y váyanse. ¡Y bendíganme también a mí!»

33 Los egipcios ya se daban por muertos, así que apremiaban a los israelitas para que se dieran prisa y abandonaran el país. 34 Los israelitas, por su parte, envolvieron su masa en sábanas y se la echaron al hombro, para llevársela antes de que fermentara. 35 Además, hicieron lo que Moisés les había ordenado y pidieron a los egipcios que les dieran alhajas de oro y plata, y vestidos, 36 y el Señor hizo que los egipcios vieran a los israelitas con buenos ojos, y les daban todo lo que les pedían, Así fue como ellos despojaron a los egipcios.

Los israelitas salen de Egipto

37 Los israelitas partieron de Ramesés a Sucot. Eran unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar a los niños. 38 Con ellos se fue toda clase de gente, y ovejas, y muchísimo ganado. 39 Como no habían tenido tiempo ni para prepararse comida cuando los egipcios los echaron fuera de Egipto, con la masa que habían sacado, la cual aún no había fermentado, cocieron tortas sin levadura.

40 Los israelitas vivieron en Egipto cuatrocientos treinta años, 41 y el mismo día en que se cumplieron esos cuatrocientos treinta años todo el pueblo del Señor salió de ese país. 42 Esa noche el Señor sacó de Egipto a los hijos de Israel. Por lo tanto, todos ellos y sus generaciones futuras deben recordarla.

43 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

«Éste es el estatuto de la pascua. Ningún extranjero podrá comer de ella. 44 Sólo comerán de ella los siervos que hayan sido comprados por dinero, pero sólo después de haber sido circuncidados. 45 Pero ni los extranjeros ni los jornaleros podrán comer de ella. 46 Debe comerse en una casa, y no se podrá sacar de allí nada de esa aquella carne, ni se le quebrará un solo hueso. 47 Así debe hacerlo toda la comunidad de Israel. 48 Pero si algún extranjero vive contigo y quiere celebrar la pascua en honor del Señor, todos sus hombres deberán ser circuncidados primero, y entonces podrá celebrarla, pues será como un israelita más. Pero ningún incircunciso podrá comer de ella. 49 Esta misma ley se aplicará a los israelitas por nacimiento y a los extranjeros que vivan entre ustedes.»

50 Todos los hijos de Israel cumplieron con lo que el Señor les ordenó a Moisés y Aarón. 51 Y ese mismo día el Señor sacó de Egipto a todos los hijos de Israel.

Job 29

Job continúa su respuesta

Job retomó la palabra y dijo:

2 «¡Cómo quisiera volver a los tiempos pasados,
a los días en que Dios me brindaba protección;
3 días en que su lámpara brillaba sobre mí,
días en que a su luz andaba yo en la oscuridad,
4 cuando estaba yo en la flor de mi vida
y el favor de Dios reposaba en mi hogar.
5 En aquel tiempo, el Omnipotente estaba conmigo,
y mis hijos estaban en derredor mío;
6 me daba entonces el lujo de chapotear en leche,
y de extraer de las piedras torrentes de aceite;
7 cuando salía yo a las puertas de la ciudad,
me cedían un lugar para impartir justicia.
8 Los jóvenes, al verme, me cedían el paso,
y los ancianos me recibían de pie.
9 La gente importante se quedaba callada,
y con respeto se tapaban la boca.
10 A pesar de ser poderosos, guardaban silencio,
como si la lengua se les quedara pegada.
11 “Bienaventurado”, me decían al escucharme,
y los que me veían lo confirmaban.

12 »Y es que yo atendía el clamor de los pobres,
y ayudaba a los huérfanos sin protección.
13 Los que estaban por morir me bendecían;
a las viudas les alegraba el corazón.
14 La justicia caracterizaba mis actos;
la justicia me cubría: era mi atuendo.
15 Para los ciegos, yo era sus ojos;
para los cojos, yo era sus pies;
16 para los pobres, yo era su padre;
para los extranjeros, yo era su defensor.
17 Yo aplacaba la furia de los malvados,
y a sus víctimas las libraba de su poder.
18 Creía yo que moriría en mi lecho,
y que tendría muchos años de vida.
19 Creí ser como un árbol plantado junto al agua,
con verdes ramas, bañadas de rocío;
20 Creí también que podría ser más rico,
y que en mis manos mi poder iría en aumento.

21 »Cuando yo hablaba, todo el mundo callaba
y esperaba a escuchar mis consejos.
22 Nadie contradecía mis advertencias,
sino que aceptaban con gusto mis razones.
23 Se quedaban a la espera de mis palabras,
como tierra seca en espera de las lluvias tardías.
24 Apenas podían creer que yo les sonriera;
y no se perdían una sola de mis sonrisas.
25 Yo decidía lo que tenían que hacer,
y en la mesa yo ocupaba la cabecera;
era como un rey al frente de su ejército,
¡como alguien que consuela a los que lloran!

Lucas 18

Parábola de la viuda y el juez injusto

Además, Jesús les contó una parábola en cuanto a la necesidad de orar siempre y de no desanimarse. 2 Les dijo: «En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a nadie. 3 En esa misma ciudad había también una viuda, la cual acudía a ese juez y le pedía: “Hazme justicia contra mi adversario.” 4 Pasó algún tiempo, y el juez no quiso atenderla, pero después se puso a pensar: “Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, 5 esta viuda me molesta tanto que voy a hacerle justicia, no sea que siga viniendo y me agote la paciencia.”» 6 Dijo entonces el Señor: «Presten atención a lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Acaso Dios no les hará justicia a sus elegidos, que día y noche claman a él? ¿Se tardará en responderles? 8 Yo les digo que sin tardanza les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?»

Parábola del fariseo y el cobrador de impuestos

9 A unos que a sí mismos se consideraban justos y menospreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: 10 «Dos hombres fueron al templo a orar: uno de ellos era fariseo, y el otro era cobrador de impuestos. 11 Puesto de pie, el fariseo oraba consigo mismo de esta manera: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros. ¡Ni siquiera soy como este cobrador de impuestos! 12 Ayuno dos veces a la semana, y doy la décima parte de todo lo que gano.” 13 Pero el cobrador de impuestos, desde lejos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un pecador.” 14 Yo les digo que éste volvió a su casa justificado, y no el otro. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.»

Jesús bendice a los niños

15 La gente llevaba los niños a Jesús, para que él los tocara. Cuando los discípulos vieron esto, los reprendieron; 16 pero Jesús los llamó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan, porque el reino de los cielos es de los que son como ellos. 17 De cierto les digo: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»

El joven rico

18 Un hombre importante le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» 19 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios. 20 Conoces los mandamientos: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» 21 Aquél le dijo: «Todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» 22 Al oír esto, Jesús le dijo: «Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.» 23 Cuando aquel hombre oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico. 24 Y al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» 26 Los que oyeron esto dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» 27 Y Jesús les respondió: «Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.» 28 Pedro dijo entonces: «Nosotros hemos dejado nuestras posesiones, y te hemos seguido.» 29 Y Jesús les dijo: «De cierto les digo, que cualquiera que haya dejado casa, padres, hermanos, mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30 recibirá mucho más en este tiempo, y en el tiempo venidero recibirá la vida eterna.»

Nuevamente Jesús anuncia su muerte

31 Jesús llamó aparte a los doce, y les dijo: «Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén. Allí se cumplirá todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del Hombre. 32 Éste será entregado a los no judíos, los cuales se burlarán de él, lo insultarán y le escupirán, 33 y después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará.» 34 Ellos no entendieron nada de esto, pues el mensaje no les resultaba claro ni podían comprenderlo.

Un ciego de Jericó recibe la vista

35 Cuando Jesús estuvo cerca de Jericó, junto al camino estaba sentado un mendigo ciego. 36 Al oír éste a la multitud que pasaba, preguntó qué era lo que sucedía, 37 y cuando le dijeron que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí, 38 comenzó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!» 39 Los que iban al frente lo reprendían para que se callara; pero él gritaba más aún: «¡Hijo de David, ten misericordia de mí!» 40 Entonces Jesús se detuvo y mandó que lo llevaran a su presencia. Cuando el ciego llegó, Jesús le preguntó: 41 «¿Qué quieres que haga por ti?» Y el ciego respondió: «Señor, quiero recibir la vista.» 42 Jesús le dijo: «Ya la has recibido. Tu fe te ha sanado.» 43 Al instante, el ciego pudo ver y comenzó a seguir a Jesús, mientras glorificaba a Dios. Y al ver todo el pueblo lo sucedido, también alababa a Dios.

2 Corintios 2

Por esto decidí no hacerles otra visita que les causara tristeza. 2 Porque si yo los entristezco, ¿quién podrá alegrarme, sino aquel a quien yo entristecí? 3 Por eso les escribí como lo hice, para que ustedes no me pongan triste cuando yo llegue, cuando en realidad debieran alegrarme, pues yo estaba convencido de que todos ustedes harían suya mi alegría. 4 Era tanto el dolor y la angustia de mi corazón que, al escribirles, lo hice con muchas lágrimas. Pero no lo hice para entristecerlos, sino para que comprendieran el gran amor que les tengo.

Pablo perdona al ofensor

5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado sólo a mí sino, en cierto modo, a todos ustedes (y espero no exagerar). 6 El castigo que muchos de ustedes le impusieron a esa persona, es suficiente. 7 Ahora deben perdonarlo y consolarlo, pues de lo contrario podría consumirlo la tristeza. 8 Por tanto, les ruego que confirmen su amor hacia él. 9 También les escribí para comprobar la obediencia de ustedes en todo. 10 Así que a quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. Y se lo perdono, si es que hay algo que perdonar, por consideración a ustedes en la presencia de Cristo; 11 no vaya a ser que Satanás se aproveche de nosotros, pues conocemos sus malignas intenciones.

Ansiedad de Pablo en Troas

12 Aunque el Señor me había provisto una buena oportunidad para trabajar en Troas, cuando llegué a ese lugar para predicar el evangelio de Cristo 13 estaba yo muy intranquilo por no haber encontrado allí a mi hermano Tito. Por eso, me despedí de ellos y me fui a Macedonia.

Triunfantes en Cristo

14 Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir triunfantes, y que por medio de nosotros manifiesta en todas partes el aroma de su conocimiento. 15 Ciertamente, para Dios somos el fragante aroma de Cristo, tanto en los que se salvan como en los que se pierden. 16 Para éstos somos olor de muerte, que lleva a la muerte, y para aquéllos somos olor de vida que lleva a la vida. ¿Quién está calificado para una tarea tan importante? 17 Nosotros no somos como muchos, que negocian con la palabra de Dios, sino que hablamos de Cristo con sinceridad, como enviados por Dios, y en la presencia de Dios.

bottom of page