La Biblia en un año
Marzo15
Éxodo 25, Job 42, Juan 7, Gálatas 2
Éxodo 25
La ofrenda para el tabernáculo
El Señor habló con Moisés, y le dijo:
2 «Diles a los hijos de Israel que tomen una ofrenda para mí. La tomarán de todo aquel que de voluntad y de corazón quiera darla. 3 La ofrenda que recibirán de ellos es la siguiente: oro, plata, cobre, 4 azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabra, 5 piel de carnero teñida de rojo, piel de delfín, madera de acacia, 6 aceite para las lámparas, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, 7 piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. 8 Y harán un santuario en mi honor, y yo habitaré en medio de ellos. 9 El diseño del tabernáculo y de todos sus utensilios lo harán todo en conformidad con todo lo que yo te muestre.
El arca del testimonio
10 »Harán también un arca de madera de acacia, de un metro y diez centímetros de largo, sesenta y cinco centímetros de ancho, y sesenta y cinco centímetros de alto. 11 La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y alrededor de ella le harás una cornisa de oro. 12 Le fundirás cuatro anillos de oro, y se los pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos en un costado y dos anillos en el otro. 13 Harás unas varas de madera de acacia, y las recubrirás de oro. 14 Meterás las varas por los anillos en los costados del arca, y con ellas llevarás el arca. 15 Las varas no deben quitarse del arca, sino quedarse en sus anillos. 16 En el arca pondrás el testimonio que yo te daré.
17 »Harás un propiciatorio de oro fino, de un metro y diez centímetros de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho. 18 Harás también dos querubines de oro, labrados a martillo, que irán en los dos extremos del propiciatorio. 19 Un querubín irá en un extremo, y un querubín en el otro extremo, y formarán una pieza con el propiciatorio. 20 Los querubines extenderán sus alas y cubrirán con ellas el propiciatorio. Sus rostros estarán el uno frente al otro, mirando hacia el propiciatorio. 21 El propiciatorio lo pondrás encima del arca, y dentro del arca pondrás el testimonio que yo te daré. 22 Desde allí te haré saber todo lo que yo te ordene decir a los hijos de Israel. Hablaré contigo desde la parte superior del propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio.
La mesa para el pan de la proposición
23 »Harás también una mesa de madera de acacia, de noventa centímetros de largo por cuarenta y cinco centímetros de ancho, y sesenta y cinco centímetros de alto. 24 La recubrirás de oro puro, y alrededor de ella le harás una cornisa de oro. 25 Le harás también una moldura alrededor, de siete centímetros de ancho, y alrededor de la moldura harás una cornisa de oro. 26 Le harás cuatro anillos de oro, que irán en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas. 27 Los anillos quedarán debajo de la moldura, para que pasen por allí las varas para llevar la mesa.
28 »Las varas las harás de madera de acacia, y las recubrirás de oro. Con ellas será llevada la mesa. 29 Harás también de oro fino sus platones, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones para las ofrendas de libación. 30 Sobre la mesa pondrás el pan de la proposición, que continuamente estará delante de mí.
El candelero de oro
31 »Harás también un candelero de oro puro, labrado a martillo. Su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán también de oro puro. 32 De sus costados saldrán seis brazos; tres de un costado del candelero, y tres brazos del otro costado. 33 En cada uno de los seis brazos que salen del candelero habrá tres copas en forma de flor de almendro, una manzana y una flor. 34 En la caña central del candelero habrá cuatro copas en forma de flor de almendro, con sus manzanas y sus flores. 35 En los seis brazos que salen del candelero habrá una manzana debajo de cada dos brazos, es decir, tres manzanas para los seis brazos. 36 Las manzanas y los brazos deben formar una sola pieza, y ser todo ello de oro puro, labrado a martillo. 37 Le harás siete lamparillas, las cuales encenderás de modo que alumbren hacia adelante. 38 Sus despabiladeras y sus platillos deben ser también de oro puro. 39 Usarás para ello treinta kilos de oro fino, con todos estos utensilios. 40 Pon cuidado en hacerlo todo según el modelo que se te ha mostrado en el monte.
Job 42
Job reconoce su atrevimiento
Entonces Job le respondió al Señor, y le dijo:
2 «Yo sé bien que todo lo puedes,
que no hay nada que tú no puedas realizar.
3 Preguntaste:
“¿Quién se atreve a oscurecer mis designios,
con palabras carentes de sentido?”
Yo fui ese atrevido, que habló sin entender;
¡grandes son tus maravillas!
¡Son cosas que no alcanzo a comprender!
4 Por favor, escucha mis palabras;
quiero preguntarte algo; ¡házmelo saber!
5 Yo había oído hablar de ti,
pero ahora mis ojos te ven.
6 Por lo tanto, me retracto de lo dicho,
y me humillo hasta el polvo y las cenizas.»
El Señor reprende a los amigos de Job
7 Cuando el Señor terminó de hablar con Job, le dijo a Elifaz de Temán:
«Estoy muy enojado contigo y con tus amigos porque, a diferencia de Job, ustedes tienen un concepto erróneo de mí. 8 Pero tomen ahora siete becerros y siete carneros, y preséntense ante mi siervo Job, y ofrezcan un holocausto por ustedes. Job, mi siervo, rogará por ustedes, y yo escucharé sus palabras; así ustedes no quedarán avergonzados por no haber hablado de mí correctamente, como lo hizo Job.»
9 Entonces Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Sofar el naanatita fueron e hicieron lo que el Señor les ordenó, y el Señor aceptó los ruegos de Job por sus amigos.
Epílogo
10 Después de que Job rogó por sus amigos, el Señor sanó también la aflicción de Job y aumentó al doble todo lo que Job había tenido. 11 Después de haber pasado por tan terrible calamidad que el Señor le envió, Job recibió la visita de todos sus hermanos y hermanas, y de sus amigos y conocidos de antes, y juntos disfrutaron de una gran comida en su casa. Ellos le dieron sus condolencias y lo consolaron por la familia que había perdido, y cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro. 12 Y el Señor bendijo a Job con mayores riquezas que las que tuvo al principio, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, 13 y además tuvo siete hijos y tres hijas. 14 La primera de ellas se llamó Yemimá; la segunda, Quesiyá; y la tercera, Queren Hapuc. 15 No había en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job. Y Job les dio herencia, lo mismo que a sus hermanos, por partes iguales. 16 Job pudo ver a todos sus hijos, y a sus nietos y bisnietos, hasta la cuarta generación, pues llegó a vivir ciento cuarenta años. 17 Cuando Job murió, era ya muy anciano.
Juan 7
Incredulidad de los hermanos de Jesús
Después de estas cosas, Jesús andaba en Galilea; no quería andar en Judea porque los judíos procuraban matarlo. 2 Como ya estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos, 3 sus hermanos le dijeron: «Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Ya que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.» 5 Y es que ni siquiera sus hermanos creían en él. 6 Entonces Jesús les dijo: «Para mí, el momento aún no ha llegado; para ustedes, cualquier momento es siempre bueno. 7 El mundo no puede odiarlos a ustedes; pero a mí me odia, porque yo hago constar que sus obras son malas. 8 Vayan ustedes a la fiesta; yo no iré todavía a esa fiesta, porque el momento para mí aún no ha llegado.» 9 Después de decirles esto, se quedó en Galilea.
Jesús en la fiesta de los tabernáculos
10 Pero después de que sus hermanos se fueron, también él fue a la fiesta, aunque no abiertamente, sino como en secreto. 11 Los judíos lo buscaban en la fiesta, y decían: «¿Y dónde está ése?» 12 También la multitud murmuraba mucho acerca de él. Algunos decían: «Él es una buena persona», pero otros decían: «No lo es, sino que engaña a la gente», 13 aunque por miedo a los judíos ninguno hablaba abiertamente de él.
14 A la mitad de la fiesta, Jesús fue al templo y comenzó a enseñar. 15 Y los judíos se asombraban, y decían: «¿Cómo es que éste sabe de letras, sin haber estudiado?» 16 Jesús les respondió: «Esta enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió. 17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. 18 El que habla por su propia cuenta, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia. 19 ¿Acaso no les dio Moisés la ley, y ninguno de ustedes la cumple? ¿Por qué procuran matarme?» 20 La multitud le respondió: «Tienes un demonio. ¿Quién procura matarte?» 21 Jesús les respondió: «Hice una obra, ¡y todos se quedan asombrados! 22 Por cierto, Moisés les dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), ¡y en el día de reposo ustedes circuncidan al hombre! 23 Si para no quebrantar la ley de Moisés, el hombre es circuncidado en el día de reposo, ¿por qué ustedes se enojan conmigo por sanar completamente a un hombre en el día de reposo? 24 Sean justos en sus juicios, y no juzguen según las apariencias.»
¿Es éste el Cristo?
25 Algunos de Jerusalén decían: «¿Qué, no es éste al que buscan para matarlo? 26 Pero véanlo hablar tranquilamente, y nadie le dice nada. ¿Será que en verdad las autoridades han reconocido que éste es el Cristo? 27 Bien sabemos de dónde viene éste, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde viene.» 28 Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «A mí me conocen, y saben de dónde soy, y que no he venido por mi cuenta; pero el que me envió, a quien ustedes no conocen, es verdadero. 29 Yo sí lo conozco, porque de él procedo, y él fue quien me envió.» 30 Y aunque procuraban aprehenderlo, ninguno le puso la mano encima, porque su hora aún no había llegado. 31 Pero muchos de la multitud creyeron en él, y decían: «El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?»
Los fariseos envían alguaciles para arrestar a Jesús
32 Los fariseos oyeron que la gente murmuraba estas cosas acerca de él; entonces los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para que lo arrestaran. 33 Pero Jesús dijo: «Voy a estar con ustedes un poco más de tiempo, y luego volveré al que me envió. 34 Ustedes me buscarán, pero no me hallarán; a donde yo voy a estar, ustedes no podrán venir.» 35 Los judíos dijeron entre sí: «¿Y a dónde se irá éste, que no podremos hallarlo? ¿Acaso se irá a los que andan dispersos entre los griegos, para enseñar a los griegos? 36 ¿Qué significa esto de que: “Me buscarán, pero no me hallarán”; y de que “a donde yo voy a estar, ustedes no podrán venir”?»
Ríos de agua viva
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura.» 39 Jesús se refería al Espíritu que recibirían los que creyeran en él. El Espíritu aún no había venido, porque Jesús aún no había sido glorificado.
División entre la gente
40 Algunos de la multitud, al oír estas palabras, decían: «En verdad, éste es el profeta.» 41 Otros decían: «Éste es el Cristo.» Pero algunos otros decían: «¿Y de Galilea habría de venir el Cristo? 42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo será descendiente de David, y que vendrá de la aldea de Belén, de donde era David?» 43 Y por causa de él hubo disensión entre la gente. 44 Algunos de ellos querían aprehenderlo; pero ninguno le puso la mano encima.
¡Nunca nadie ha hablado así!
45 Los guardias fueron adonde estaban los principales sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?» 46 Los guardias respondieron: «¡Nunca antes alguien ha hablado como este hombre!» 47 Pero los fariseos les respondieron: «¿También ustedes han sido engañados? 48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? 49 Pero esta gente, que no conoce la ley, está bajo maldición.» 50 Nicodemo, que había ido a hablar con Jesús de noche y era uno de ellos, les dijo: 51 «¿Acaso nuestra ley juzga a un hombre sin antes oírlo y sin saber lo que ha hecho?» 52 Los fariseos le respondieron: «¿Qué, también tú eres galileo? Escudriña y verás que de Galilea nunca ha surgido un profeta.»
La mujer adúltera
[53 Cada uno se fue a su casa,
Gálatas 2
Después de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, y también llevé conmigo a Tito. 2 Pero subí en obediencia a una revelación. Y para no correr, o para no haber corrido en vano, el evangelio que predico entre los no judíos lo expuse en privado a los que tenían cierta reputación. 3 Pero ni siquiera Tito, que estaba conmigo, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego; 4 y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús y para reducirnos a esclavitud, 5 a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciera con ustedes. 6 Los que tenían fama y reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), no me comunicaron nada nuevo. 7 Por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de los judíos, actuó también en mí para con los no judíos), 9 y como reconocieron la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuéramos a los no judíos, y ellos a los judíos. 10 Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres; lo cual también procuré hacer con diligencia.
Pablo reprende a Pedro en Antioquía
11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me enfrenté a él cara a cara, porque lo que hacía era reprochable. 12 Pues antes de que vinieran algunos de parte de Jacobo, comía con los no judíos; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los judíos. 13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de modo que hasta Bernabé fue arrastrado también por la hipocresía de ellos. 14 Pero cuando vi que no andaban rectamente y conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: «Si tú, que eres judío, no vives como los judíos sino como los no judíos, ¿por qué obligas a los no judíos a hacerse judíos?» 15 Nosotros somos judíos de nacimiento, y no pecadores salidos de los no judíos. 16 Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la ley sino por la fe de Jesucristo, y también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la ley nadie será justificado. 17 Y si al buscar ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿será por eso Cristo ministro de pecado? ¡De ninguna manera! 18 Porque si las mismas cosas que destruí, las vuelvo a edificar, me hago transgresor. 19 Porque yo, por la ley, soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues si la justicia dependiera de la ley, entonces por demás habría muerto Cristo.