La Biblia en un año
Marzo16
Éxodo 26, Salmos 1, Juan 8, Gálatas 3
Éxodo 26
El tabernáculo
»Harás el tabernáculo con diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí. Lo harás con querubines bellamente trabajados. 2 Cada cortina debe medir doce y medio metros de largo por dos metros de ancho, y todas las cortinas deben medir lo mismo. 3 Cinco cortinas quedarán unidas la una con la otra, y las otras cinco cortinas también unidas la una con la otra.
4 »En la orilla de la última cortina de la primera unión pondrás unos lazos de azul, y lo mismo harás en la orilla de la última cortina de la segunda unión. 5 Harás cincuenta lazos para la primera cortina, y cincuenta lazos para la orilla de la cortina en la segunda unión. Los lazos estarán contrapuestos el uno con el otro.
6 »Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la una con la otra, para formar un tabernáculo.
7 »Harás también once cortinas de pelo de cabra para cubrir el tabernáculo. 8 Cada cortina debe medir trece y medio metros de largo por un metro y ochenta centímetros de ancho, y las once cortinas deben medir lo mismo. 9 Unirás cinco cortinas por un lado, y seis cortinas por el otro. La sexta cortina la doblarás en el frente del tabernáculo.
10 »Harás cincuenta lazos en la orilla de la cortina, en el borde de la unión, y cincuenta lazos en la orilla de la cortina de la segunda unión.
11 »Harás también cincuenta corchetes de bronce, los cuales meterás por los lazos, y enlazarás las uniones para que formen una sola cubierta. 12 La parte sobrante de las cortinas de la tienda, es decir, la mitad sobrante de la cortina, penderá a espaldas del tabernáculo. 13 Tanto los cuarenta y cinco centímetros sobrantes de un lado de las cortinas de la tienda como los cuarenta y cinco centímetros sobrantes del otro lado de las cortinas, penderán a uno y otro lado de los costados del tabernáculo, para cubrirlo.
14 »Harás también para la tienda una cubierta de piel de carnero teñida de rojo, y encima le pondrás una cubierta de piel de delfín.
15 »Harás para el tabernáculo tablas derechas de madera de acacia. 16 Cada tabla medirá cuatro y medio metros de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho. 17 Cada tabla tendrá dos espigas, para unir la una con la otra. Así debes hacer todas las tablas del tabernáculo. 18 Harás las tablas del tabernáculo, que serán veinte tablas para el lado sur.
19 »Harás cuarenta bases de plata, que irán debajo de las veinte tablas: dos bases debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos bases debajo de otra tabla para sus dos espigas. 20 Al otro lado del tabernáculo, hacia el lado norte, veinte tablas 21 con sus cuarenta bases de plata; dos bases debajo de una tabla, y dos bases debajo de otra tabla. 22 Para el lado posterior del tabernáculo, es decir, hacia el occidente, harás seis tablas.
23 »Harás también dos tablas para las esquinas del tabernáculo en los dos ángulos posteriores; 24 las cuales se unirán desde abajo, y por la parte alta se unirán con una bisagra; esto mismo se hará para las dos esquinas. 25 De modo que serán ocho tablas, con sus bases de plata, es decir, dieciséis bases; dos bases debajo de una tabla, y dos bases debajo de otra tabla.
26 »Harás también cinco travesaños de madera de acacia para las tablas de un lado del tabernáculo, 27 y cinco travesaños para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco travesaños para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente. 28 Y el travesaño de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo al otro. 29 Recubrirás de oro las tablas, y harás de oro sus anillos para pasar por ellos los travesaños. También recubrirás de oro los travesaños. 30 Y levantarás el tabernáculo según el modelo que te fue mostrado en el monte.
31 »Harás también un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, bellamente trabajado y con querubines, 32 y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia recubiertas de oro con sus capiteles de oro sobre bases de plata. 33 Pondrás el velo debajo de los corchetes, y allí, adentro del velo, meterás el arca del testimonio, y ese velo les servirá de separación entre el lugar santo y el lugar santísimo. 34 Pondrás el propiciatorio en el lugar santísimo, sobre el arca del testimonio. 35 Fuera del velo pondrás la mesa, y el candelero frente a la mesa, al lado sur del tabernáculo; y la mesa la pondrás al lado norte.
36 »Para la puerta del tabernáculo harás una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador.
37 »Para la cortina harás cinco columnas de madera de acacia, las cuales recubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás para ellas cinco bases de bronce.
Salmos 1
LIBRO I
El justo y los pecadores
1 Bienaventurado el hombre
que no anda en compañía de malvados,
ni se detiene a hablar con pecadores,
ni se sienta a conversar con blasfemos.
2 Que, por el contrario,
se deleita en la ley del Señor,
y día y noche medita en ella.
3 Ese hombre es como un árbol
plantado junto a los arroyos:
llegado el momento da su fruto,
y sus hojas no se marchitan.
¡En todo lo que hace, prospera.
4 Con los malvados no pasa lo mismo;
¡son como el tamo que se lleva el viento!
5 Por eso los malvados y pecadores
no tienen arte ni parte en el juicio
ni en las reuniones de los justos.
6 El Señor conoce el camino de los justos,
pero la senda de los malos termina mal.
Juan 8
1 y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Por la mañana Jesús volvió al templo, y todo el pueblo se le acercó; y él se sentó y les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio. La pusieron en medio, 4 y le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 En la ley, Moisés nos ordenó apedrear a mujeres como ésta. ¿Y tú, qué dices?» 6 Ellos decían esto para ponerle una trampa, y así poder acusarlo. Pero Jesús se inclinó y, con el dedo, escribía en el suelo. 7 Como ellos insistían en sus preguntas, él se enderezó y les dijo: «Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» 8 Y Jesús volvió a inclinarse, y siguió escribiendo en el suelo. 9 Ellos, al oír esto, se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos y siguiendo por los más jóvenes. Sólo se quedó Jesús, y la mujer permanecía en medio. 10 Entonces Jesús se enderezó y le dijo: «Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena?» 11 Ella dijo: «Nadie, Señor.» Entonces Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más.»][a]
Jesús, la luz del mundo
12 En otra ocasión, Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» 13 Entonces los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.» 14 Jesús les respondió: «Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan según criterios humanos; yo no juzgo a nadie. 16 Y si acaso juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy sólo yo, sino el Padre, que me envió, y yo. 17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy quien da testimonio de mí mismo, y el Padre, que me envió, da testimonio de mí.» 19 Ellos le dijeron: «¿Y dónde está tu Padre?» Jesús respondió: «Ustedes no me conocen a mí, ni tampoco conocen a mi Padre. Si me conocieran a mí, también conocerían a mi Padre.» 20 Jesús pronunció estas palabras en el lugar de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo; y nadie lo aprehendió, porque aún no había llegado su hora.
A donde yo voy, ustedes no pueden venir
21 Una vez más, Jesús les dijo: «Yo me voy, y ustedes me buscarán; pero en su pecado morirán. A donde yo voy, ustedes no pueden venir.» 22 Los judíos decían: «¿Acaso se matará a sí mismo? Pues dice: “A donde yo voy, ustedes no pueden venir.”» 23 Él les dijo: «Ustedes son de aquí abajo; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por eso les dije que morirán en sus pecados; porque si ustedes no creen que yo soy, en sus pecados morirán.» 25 Ellos le dijeron: «¿Y quién eres tú?» Jesús les respondió: «Lo que desde el principio les he dicho. 26 Mucho es lo que tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo le digo al mundo lo que de él sé.» 27 Pero ellos no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Entonces Jesús les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado al Hijo del Hombre, sabrán entonces que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que hablo según lo que el Padre me enseñó. 29 Porque el que me envió está conmigo, y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada.» 30 Luego de que él dijo estas cosas, muchos creyeron en él.
La verdad los hará libres
31 Entonces Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» 33 Le respondieron: «Nosotros somos descendientes de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir: “Ustedes serán libres”?»
34 Jesús les respondió: «De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres. 37 Yo sé que ustedes son descendientes de Abrahán; pero intentan matarme porque mi palabra no halla cabida en ustedes. 38 Yo hablo de lo que he visto con el Padre, pero ustedes hacen lo que han oído de parte de su padre.»
39 Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abrahán.» Jesús les dijo: «Si fueran hijos de Abrahán, harían las obras de Abrahán. 40 Pero ahora intentan matarme; a mí, que les he dicho la verdad, la cual he escuchado de Dios. Esto no lo hizo Abrahán. 41 Ustedes hacen las obras de su padre.» Entonces le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de un acto de inmoralidad. Tenemos un padre, que es Dios.» 42 Y Jesús les dijo: «Si su padre fuera Dios, ciertamente me amarían; porque yo he salido y he venido de Dios. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entienden mi lenguaje? Pues porque no pueden escuchar mi palabra. 44 Ustedes son de su padre el diablo, y quieren cumplir con los deseos de su padre, quien desde el principio ha sido un homicida. No se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de lo que le es propio; porque es mentiroso y padre de la mentira. 45 Pero a mí, que digo la verdad, no me creen. 46 ¿Quién de ustedes puede acusarme de haber pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creen? 47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; pero ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.»
La preexistencia de Cristo
48 Los judíos le respondieron: «¿Acaso no tenemos razón al decir que tú eres samaritano, y que tienes un demonio?» 49 Respondió Jesús: «Demonio no tengo. Yo lo que hago es honrar a mi Padre, pero ustedes me deshonran. 50 Y yo no busco mi gloria. Pero hay uno que la busca, y que juzga. 51 De cierto, de cierto les digo que, el que obedece mi palabra, nunca verá la muerte.» 52 Entonces los judíos le dijeron: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abrahán murió, lo mismo que los profetas; ¿y tú dices: “El que guarda mi palabra, nunca verá la muerte”? 53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abrahán, el cual murió? ¡Y también los profetas murieron! ¿Quién te crees tú?» 54 Jesús respondió: «Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; pero el que me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios. 55 Ustedes no lo conocen, pero yo sí lo conozco. Y si yo dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes. Pero lo conozco, y obedezco su palabra. 56 Abrahán, el padre de ustedes, se alegró al saber que vería mi día. Y lo vio, y se alegró.» 57 Los judíos le dijeron: «Ni siquiera tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?» 58 Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Antes de que Abrahán fuera, yo soy.» 59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo.
Gálatas 3
El Espíritu se recibe por la fe
¡Oh gálatas insensatos! ¿quién los fascinó para no obedecer a la verdad, si ante los ojos de ustedes Jesucristo ya fue presentado claramente como crucificado? 2 Sólo esto quiero que me digan: ¿Recibieron el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios son? ¿Comenzaron por el Espíritu, y ahora van a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas han padecido en vano? ¡Si es que realmente fue en vano! 5 Aquel que les suministra el Espíritu y hace maravillas entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?
El pacto de Dios con Abrahán
6 Así Abrahán creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7 Sepan, por tanto, que los que son de la fe son hijos de Abrahán. 8 Y la Escritura, al prever que Dios habría de justificar por la fe a los no judíos, dio de antemano la buena nueva a Abrahán, cuando dijo: «En ti serán benditas todas las naciones.» 9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abrahán.
10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: «Maldito sea todo aquel que no se mantenga firme en todas las cosas escritas en el libro de la ley, y las haga.» 11 Y es evidente que por la ley ninguno se justifica para con Dios, porque «El justo por la fe vivirá»; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: «El que haga estas cosas vivirá por ellas.» 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, y por nosotros se hizo maldición (porque está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»), 14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abrahán alcanzara a los no judíos, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu.
15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto nadie puede invalidarlo, ni tampoco se le puede añadir nada, aunque sea un pacto humano. 16 Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abrahán y a su simiente. No dice: «Y a las simientes», como si hablara de muchos, sino: «Y a tu simiente», como de uno, que es Cristo. 17 Digo, pues, que el pacto previamente ratificado por Dios no puede ser anulado por la ley, que vino cuatrocientos treinta años después, pues invalidaría la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abrahán mediante la promesa.
El propósito de la ley
19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Pues fue añadida por causa de las transgresiones, hasta que viniera la simiente, a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en manos de un mediador. 20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios sí es uno.
21 ¿Contradice la ley a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque, si la ley dada pudiera dar vida, la justicia sería verdaderamente por la ley. 22 Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a los creyentes.
23 Pero antes de que viniera la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro tutor, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. 25 Pero al venir la fe, no estamos ya al cuidado de un tutor, 26 pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. 29 Y si ustedes son de Cristo, ciertamente son linaje de Abrahán y, según la promesa, herederos.