La Biblia en un año
Marzo28
Éxodo 38, Salmos 13, Juan 20, Filipenses 3
Éxodo 38
Besalel hizo de madera de acacia el altar del holocausto. Era cuadrado, y medía cinco codos de largo por cinco codos de ancho y tres codos de alto. 2 Hizo los cuernos para sus cuatro esquinas, los cuales eran de una misma pieza con el altar, y lo recubrió de bronce. 3 Hizo también todos los utensilios del altar; calderos, tenazas, tazones, garfios y palas; y todos ellos los hizo de bronce. 4 Para el altar hizo un enrejado de bronce, a manera de rejilla, la cual puso por debajo de su cerco, hasta la mitad del altar. 5 También fundió cuatro anillos para los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter las varas. 6 Las varas las hizo de madera de acacia, y las recubrió de bronce. 7 Luego metió las varas por los anillos en los costados del altar, para poder transportarlo. El altar lo hizo hueco y de tablas.
8 Con los espejos de las mujeres que velaban a la entrada del tabernáculo de reunión, hizo también la fuente de bronce y su base de bronce.
El atrio del tabernáculo
9 También hizo el atrio. Por el lado sur, las cortinas del atrio medían cien codos y eran de lino torcido. 10 Sus columnas eran veinte, con sus veinte bases de bronce. Los capiteles de las columnas y sus molduras eran de plata. 11 Por el lado norte, las cortinas eran de cien codos, con sus veinte columnas y veinte bases de bronce. Los capiteles de las columnas y sus molduras eran de plata. 12 Por el occidente, las cortinas eran de cincuenta codos, con sus diez columnas y sus diez bases. Los capiteles de las columnas y sus molduras eran de plata. 13 Por el oriente, las cortinas eran de cincuenta codos. 14 En un lado había cortinas de quince codos, con sus tres columnas y sus tres bases. 15 Al otro lado, de uno y otro lado de la puerta del atrio, había cortinas de quince codos, con sus tres columnas y sus tres bases. 16 Todas las cortinas que rodeaban el atrio eran de lino torcido. 17 Las bases de las columnas eran de bronce, y los capiteles de las columnas y sus molduras eran de plata, lo mismo que las cubiertas de las cabezas de ellas, que también eran de plata, y todas las columnas del atrio tenían molduras de plata. 18 La cortina de la entrada del atrio estaba recamada artísticamente, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, y tenía veinte codos de largo y cinco codos de ancho, que era también su altura, como las cortinas del atrio. 19 Tenía cuatro columnas, con sus cuatro bases de bronce y sus capiteles de plata; las cubiertas de sus capiteles y sus molduras también eran de plata. 20 Todas las estacas del tabernáculo y del atrio que lo rodeaba eran de bronce.
Dirección de la obra
21 Ésta es la contabilidad del tabernáculo del testimonio, que por orden de Moisés llevaron los levitas, bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. 22 Besalel hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que el Señor le ordenó a Moisés, 23 con la ayuda de Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, que era artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino fino.
Metales usados en el santuario
24 Todo el oro que se empleó en la obra total del santuario, y que fue oro ofrendado, llegó a novecientos sesenta y cinco kilos, según el peso oficial del santuario.
25 Y la plata de los que fueron contados en la congregación llegó a tres mil trescientos diecinueve kilos y medio, según el peso oficial del santuario. 26 Todos los mayores de veinte años que fueron censados sumaron seiscientos tres mil quinientos cincuenta personas, y dieron cinco gramos de plata por cabeza, según el peso oficial del santuario.
27 También se dieron tres mil trescientos kilos de plata para fundir las cien bases del santuario y las bases del velo, es decir, se dieron treinta y tres kilos de plata para cada base.
28 Con la plata que se recogió de entre toda la comunidad se hicieron los capiteles de las columnas, se recubrieron los capiteles de ellas, y se sujetaron.
29 El bronce ofrendado llegó a dos mil trescientos treinta y seis kilos con cuatrocientos gramos, 30 del cual se hicieron las bases de la puerta del tabernáculo de reunión, el altar de bronce y su enrejado de bronce, todos los utensilios del altar, 31 las bases del atrio alrededor, las bases de la puerta del atrio, todas las estacas del tabernáculo y todas las estacas del atrio alrededor.
Salmos 13
Plegaria que pide ayuda en la aflicción
Al músico principal. Salmo de David.
1 ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
¿Te olvidarás de mí para siempre?
2 ¿Hasta cuándo debo estar angustiado,
y andar triste todo el día?
¿Hasta cuándo mi adversario me dominará?
3 Señor y Dios mío, mírame y respóndeme;
ilumina mis ojos, y manténme con vida.
4 Que no diga mi adversario que logró vencerme.
¡Se burlará de mí si acaso caigo!
5 Yo confío en tu misericordia;
mi corazón se alegra en tu salvación.
6 Te cantaré salmos, Señor,
porque tú siempre buscas mi bien.
Juan 20
La resurrección
El primer día de la semana, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra del sepulcro había sido quitada. 2 Entonces fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que Jesús amaba, y les dijo: «¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!» 3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, aunque el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Cuando se acercó para mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí; 7 pero el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no estaba puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y al ver todo eso, creyó. 9 Y es que aún no habían entendido la Escritura, de que era necesario que él resucitara de los muertos. 10 Y los discípulos volvieron a sus casas.
Jesús se aparece a María Magdalena
11 Pero María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados donde el cuerpo de Jesús había sido puesto; uno estaba a la cabecera, y el otro a los pies. 13 Y le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les dijo: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.» 14 Tan pronto dijo esto, María se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí; pero no se dio cuenta de que era Jesús. 15 Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16 Jesús le dijo: «¡María!» Entonces ella se volvió y le dijo en hebreo: «¡Raboni!» (que quiere decir, «Maestro»). 17 Jesús le dijo: «No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes.» 18 Entonces María Magdalena fue a dar las nuevas a los discípulos, de que había visto al Señor, y de que él le había dicho estas cosas.
Jesús se aparece a los discípulos
19 La noche de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada en un lugar, por miedo a los judíos. En eso llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «La paz sea con ustedes.» 20 Y mientras les decía esto, les mostró sus manos y su costado. Y los discípulos se regocijaron al ver al Señor. 21 Entonces Jesús les dijo una vez más: «La paz sea con ustedes. Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes.» 22 Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes ustedes perdonen los pecados, les serán perdonados; y a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.»
Incredulidad de Tomás
24 Pero Tomás, uno de los doce, conocido como el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Entonces los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» Y él les dijo: «Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré.»
26 Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez a puerta cerrada, y Tomás estaba con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús llegó, se puso en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con ustedes.» 27 Luego le dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» 28 Entonces Tomás respondió y le dijo: «¡Señor mío, y Dios mío!» 29 Jesús le dijo: «Tomás, has creído porque me has visto. Bienaventurados los que no vieron y creyeron.»
El propósito del libro
30 Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengan vida en su nombre.
Filipenses 3
Prosigo al blanco
Por lo demás, hermanos, gócense en el Señor. A mí no me molesta escribirles las mismas cosas, y para ustedes es mejor.
2 Tengan cuidado de los perros, cuídense de los malos obreros y de los que mutilan el cuerpo. 3 Porque nosotros somos la circuncisión; somos los que servimos a Dios en el Espíritu, los que nos gloriamos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en la carne. 4 Aunque también yo tengo de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 fui circuncidado al octavo día, y soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín; soy hebreo de hebreos y, en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la ley, irreprensible. 7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo. 8 Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo 9 y ser hallado en él, no por tener mi propia justicia, que viene por la ley, sino por tener la justicia que es de Dios y que viene por la fe, la fe en Cristo; 10 a fin de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y de participar de sus padecimientos, para llegar a ser semejante a él en su muerte, 11 si es que de alguna manera llego a la resurrección de entre los muertos.
12 No es que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto, sino que sigo adelante, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; 14 ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús! 15 Así que, todos los que somos perfectos, sintamos esto mismo; y si ustedes sienten otra cosa, también esto se lo revelará Dios. 16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla y sintamos una misma cosa.
17 Hermanos, sean ustedes imitadores de mí, y fíjense en los que así se conducen, según el ejemplo que ustedes tienen de nosotros. 18 Porque por ahí andan muchos, de los cuales muchas veces les dije, y llorando vuelvo a decirlo, que son enemigos de la cruz de Cristo. 19 Ellos sólo piensan en lo terrenal. Su dios es el vientre, su orgullo es su vergüenza, y su fin será la perdición. 20 Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21 él transformará el cuerpo de nuestra humillación, para que sea semejante al cuerpo de su gloria, por el poder con el que puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.