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Enero29

Génesis 29, Ester 6, Marcos 1, Romanos 1

AudioCCF Bogotá
00:00 / 20:16

Jacob sirve a Labán por Raquel y Lea

29 Jacob siguió su camino, y llegó a la tierra de los orientales. 2 Se fijó, y vio en el campo un pozo; cerca de él había tres rebaños de ovejas, porque de ese pozo bebían los ganados. Una piedra muy grande tapaba la boca del pozo. 3 Cuando todos los rebaños se reunían, se removía la piedra que tapaba el pozo, y se daba de beber a las ovejas; después se volvía a poner la piedra sobre la boca del pozo. 4 Jacob les dijo:

«Hermanos míos, ¿de dónde son ustedes?»

Y ellos respondieron:

«Somos de Jarán.»

5 Les dijo entonces:

«¿Conocen ustedes a Labán, el hijo de Najor?»

Y ellos dijeron:

«Sí, lo conocemos.»

6 Jacob les dijo:

«¿Se encuentra bien?»

Y ellos contestaron:

«Él se encuentra bien. De hecho, aquí viene su hija Raquel con las ovejas.»

7 Entonces él dijo:

«Como pueden ver, aún es muy de día. Todavía no es tiempo de recoger el ganado. Denles agua a las ovejas, y llévenlas a los pastos.»

8 Pero ellos le respondieron:

«No podemos hacerlo, hasta que se junten todos los rebaños. Entonces se quitará la piedra de la boca del pozo, y les daremos agua a las ovejas.»

9 Todavía estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con el rebaño de su padre, pues ella era la pastora. 10 Raquel era hija de Labán, hermano de la madre de Jacob, y el rebaño era de Labán. Cuando Jacob vio a Raquel, se acercó y removió la piedra de la boca del pozo, y dio de beber al rebaño, 11 luego besó a Raquel, y sin más se echó a llorar. 12 Entonces Jacob le dijo a Raquel que él era sobrino de su padre, pues era hijo de Rebeca. Ella corrió entonces a dar esta noticia a su padre. 13 Al oír Labán estas noticias de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó y lo besó, y lo llevó a su casa; allí Jacob le contó a Labán todas estas cosas. 14 Y Labán le dijo: «Ciertamente, tú eres de mi propia sangre.» Y Jacob se quedó con él todo un mes.

15 Entonces Labán le dijo a Jacob:

«¿Vas a trabajar para mí de balde, sólo porque eres mi sobrino? ¡Dime cuánto quieres que te pague!»

16 Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor se llamaba Raquel. 17 Los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel tenía una bella presencia y era de hermoso parecer. 18 Jacob se enamoró de Raquel, y dijo:

«Por Raquel, tu hija menor, yo te serviré siete años.»

19 Y Labán respondió:

«Es mejor que te la dé a ti, y no a otro hombre. Quédate conmigo.»

20 Así fue como Jacob trabajó siete años por Raquel; pero le parecieron unos cuantos días, porque la amaba.

21 Un día, Jacob le dijo a Labán:

«Mi plazo se ha cumplido. Dame a mi mujer, para unirme a ella.»

22 Labán juntó entonces a todos los varones de aquel lugar, y ofreció un banquete. 23 Cuando llegó la noche, Labán tomó a su hija Lea, y se la llevó a Jacob; y él se unió a ella. 24 Además, Labán le dio a su hija Lea, por criada, a su sierva Zilpa. 25 Cuando llegó la mañana, Jacob vio que estaba con Lea; así que le dijo a Labán:

«¿Qué es lo que me has hecho? ¿Acaso no te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?»

26 Y Labán respondió:

«Aquí no acostumbramos dar a la hija menor antes que a la mayor. 27 Cumple esta semana, y se te dará también la otra, si trabajas para mí otros siete años.»

28 Jacob lo hizo así. Cumplió aquella semana, y Labán le dio a su hija Raquel por mujer. 29 A su hija Raquel, Labán le dio por criada a su sierva Bilá. 30 Y Jacob se unió también a Raquel, y la amó mucho más que a Lea; y trabajó para Labán siete años más.

Los hijos de Jacob
31 Al ver el Señor que Lea era menospreciada, le dio hijos; pero Raquel era estéril. 32 Y Lea concibió y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Rubén,[a] pues dijo: «El Señor ha mirado mi aflicción, así que ahora mi marido me amará.» 33 Volvió a concebir, y dio a luz un hijo. Entonces dijo: «El Señor oyó[b] que yo era menospreciada, así que también me ha dado este hijo.» Por eso le puso por nombre Simeón. 34 Concibió una vez más, y dio a luz un hijo. Y dijo: «Esta vez mi marido se unirá[c] conmigo, pues ya le he dado tres hijos.» Por eso le puso por nombre Leví. 35 Todavía concibió otra vez, y dio a luz un hijo. Entonces dijo: «Esta vez alabaré[d] al Señor.» Por eso le puso por nombre Judá. Y dejó de dar a luz.

Amán se ve obligado a honrar a Mardoqueo

6 Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y pidió que le llevaran el libro de las memorias y crónicas, y que se las leyeran. 2 Se encontró entonces escrito que Mardoqueo había denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos de los eunucos del rey y guardianes de la puerta, que habían hecho planes contra el rey Asuero. 3 Y preguntó el rey:

«¿Qué honra o qué distinción se le hizo a Mardoqueo por este servicio?»

Y los servidores del rey, sus oficiales, respondieron:

«No se le ha hecho ninguna distinción.»

4 En eso dijo el rey:

«¿Quién anda en el patio?»

Amán había venido al patio exterior de la casa real, pues quería hablar con el rey para pedirle que mandara colgar a Mardoqueo en la horca que ya le tenía preparada. 5 Los servidores del rey le respondieron:

«Es Amán, que está en el patio.»

Y el rey ordenó:

«Háganlo pasar.»

6 Amán entró, y el rey le dijo:

«¿Qué debe hacerse con el hombre a quien el rey desea honrar?»

Y Amán pensó: «¿A quién más puede el rey querer honrar, sino a mí?» 7 Así que le respondió:

«Para el varón al quien el rey desea honrar, 8 debe traerse el vestido real que el rey porta, el caballo que el rey cabalga, y la corona real que el rey lleva en su cabeza. 9 El vestido real y el caballo debe ponerse en las manos de alguno de los principales nobles de la corona, para que éste vista al varón a quien el rey desea honrar, y lo pasee en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregone delante de él: “Así se hace con el varón a quien el rey desea honrar.”»

10 Entonces el rey le dijo a Amán:

«¡Date prisa! Toma el vestido y el caballo, y lo que has dicho, hazlo con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real. No dejes de hacer nada de todo lo que has dicho.»

11 Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo paseó a caballo por la plaza de la ciudad, y delante de él pregonaba: «Así se hace con el varón a quien el rey desea honrar.» 12 Después de esto, Mardoqueo volvió a sentarse a la puerta real, mientras que Amán regresó rápidamente a su casa, muy triste y cubriéndose la cara. 13 Al llegar, Amán les contó a Zeres, su mujer, y a todos sus amigos, todo lo que le había acontecido. Entonces sus sabios y su mujer le dijeron:

«Si ese Mardoqueo es descendiente de los judíos, y has comenzado a caer, no lo podrás vencer, sino que caerás derrotado ante él.»

14 Todavía estaban ellos hablando con Amán cuando los eunucos del rey llegaron de prisa para llevarlo al banquete que Ester había preparado.

Predicación de Juan el Bautista

1 Principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. 2 Como está escrito en el profeta Isaías:

«Yo envío a mi mensajero delante de ti,
El cual preparará tu camino.
3 Una voz clama en el desierto:
“Preparen el camino del Señor;
Enderecen sus sendas.”»

4 Juan se presentó en el desierto, y bautizaba y proclamaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. 5 Toda la gente de la provincia de Judea y de Jerusalén acudía a él, y allí en el río Jordán confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba. 6 La ropa de Juan era de pelo de camello, alrededor de la cintura llevaba un cinto de cuero, y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 7 Al predicar, Juan decía: «Después de mí viene uno más poderoso que yo. ¡Yo no soy digno de inclinarme ante él para desatarle la correa de su calzado! 8 A ustedes yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»

El bautismo de Jesús
9 Por esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto Jesús salió del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu descendía sobre él como una paloma. 11 Y desde los cielos se oyó una voz que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco.»

Tentación de Jesús
12 Enseguida, el Espíritu llevó a Jesús al desierto, 13 y allí fue puesto a prueba por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles lo servían.

Jesús principia su ministerio
14 Después de que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. 15 Decía: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!»

Jesús llama a cuatro pescadores
16 Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. 17 Jesús les dijo: «Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.» 18 Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. 19 Un poco más adelante, Jesús vio a otros dos hermanos, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban en la barca y remendaban sus redes. 20 Enseguida Jesús los llamó, y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, y lo siguieron.

Un hombre con un espíritu impuro
21 Llegaron a Cafarnaún, y en cuanto llegó el día de reposo, Jesús fue a la sinagoga y se dedicó a enseñar. 22 La gente se admiraba de sus enseñanzas, porque enseñaba como corresponde a quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 De pronto, un hombre que tenía un espíritu impuro comenzó a gritar en la sinagoga: 24 «Oye, Jesús de Nazaret, ¿qué tienes contra nosotros? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres tú! ¡Eres el Santo de Dios!» 25 Pero Jesús lo reprendió, y le dijo: «¡Cállate, y sal de ese hombre!» 26 El espíritu impuro sacudió al hombre con violencia y, gritando con todas sus fuerzas, salió de aquel hombre. 27 Todos quedaron muy asombrados, y se preguntaban unos a otros: «¿Y esto qué es? ¿Acaso es una nueva enseñanza? ¡Con toda autoridad manda incluso a los espíritus impuros, y éstos lo obedecen!» 28 Y muy pronto la fama de Jesús se difundió por toda la provincia de Galilea.

Jesús sana a la suegra de Pedro
29 En cuanto salieron de la sinagoga, Jesús fue con Jacobo y Juan a la casa de Simón y Andrés. 30 La suegra de Simón estaba en cama porque tenía fiebre, y enseguida le hablaron de ella. 31 Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la ayudó a levantarse. Al instante la fiebre se le fue, y ella comenzó a atenderlos.

Muchos sanados al ponerse el sol
32 Al anochecer, cuando el sol se puso, llevaron a Jesús a todos los que estaban enfermos y endemoniados. 33 Toda la ciudad se agolpaba ante la puerta, 34 y Jesús sanó a muchos que sufrían de diversas enfermedades, y también expulsó a muchos demonios, aunque no los dejaba hablar porque lo conocían.

Jesús predica en Galilea
35 Muy de mañana, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó y se fue a un lugar apartado para orar. 36 Simón y los que estaban con él comenzaron a buscarlo, 37 y cuando lo encontraron le dijeron: «Todos te están buscando.» 38 Él les dijo: «Vayamos a las aldeas vecinas, para que también allí predique, porque para esto he venido.» 39 Y Jesús recorrió toda Galilea; predicaba en las sinagogas y expulsaba demonios.

Jesús sana a un leproso
40 Un leproso se acercó a Jesús, se arrodilló ante él y le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme.» 41 Jesús tuvo compasión de él, así que extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» 42 En cuanto Jesús pronunció estas palabras, la lepra desapareció y aquel hombre quedó limpio. 43 Enseguida Jesús le pidió que se fuera, pero antes le hizo una clara advertencia. 44 Le dijo: «Ten cuidado de no decírselo a nadie. Más bien, ve y preséntate ante el sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para que les sirva de testimonio.» 45 Pero una vez que aquel hombre se fue, dio a conocer ampliamente lo sucedido, y de tal manera lo divulgó que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba afuera, en lugares apartados. Pero aun así, de todas partes la gente acudía a él.

Saludo

1 Yo, Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol y apartado para el evangelio de Dios, 2 que él ya había prometido por medio de sus profetas en las santas Escrituras, 3 les escribo acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que conforme a los hombres descendía de David, 4 pero que conforme al Espíritu de santidad fue declarado Hijo de Dios con poder, por su resurrección de entre los muertos. 5 Por medio de Jesucristo recibimos la gracia del apostolado, para que por su nombre llevemos a todas las naciones a obedecer a la fe. 6 Entre esas naciones están también ustedes, llamados a ser de Jesucristo. 7 A todos ustedes que están en Roma, los amados de Dios que fueron llamados a ser santos: Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo sean con ustedes.

Deseo de Pablo de visitar Roma
8 En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por todos ustedes y porque su fe se difunde por todo el mundo. 9 Dios, a quien sirvo con todo mi corazón predicando el evangelio de su Hijo, es testigo de que los recuerdo siempre en mis oraciones, 10 y de que en ellas le ruego que, si es su voluntad, me conceda que por fin pueda ir a visitarlos. 11 Porque deseo verlos para impartirles algún don espiritual, a fin de que sean fortalecidos; 12 es decir, para que nos fortalezcamos unos a otros con esta fe que ustedes y yo compartimos.

13 Pero quiero que sepan, hermanos, que muchas veces me propuse ir a visitarlos para tener también entre ustedes algún fruto, como entre los otros hermanos no judíos, pero hasta ahora he encontrado obstáculos. 14 Estoy en deuda con todos, sean griegos o no griegos, sabios o no sabios. 15 Así que, por mi parte, estoy dispuesto a anunciarles el evangelio también a ustedes, los que están en Roma.

El poder del evangelio
16 No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son. 17 Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: «El justo por la fe vivirá.»

La culpabilidad del hombre
18 La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad y maldad de quienes injustamente retienen la verdad. 19 Para ellos, lo que de Dios se puede conocer es evidente, pues Dios se lo reveló; 20 porque lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. 21 Pues a pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón se llenó de oscuridad. 22 Aunque afirmaban que eran sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

24 Por eso Dios los entregó a los malos deseos de su corazón y a la impureza, de modo que degradaron entre sí sus propios cuerpos. 25 Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y honraron y dieron culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Hasta sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van en contra de la naturaleza. 27 De la misma manera, los hombres dejaron las relaciones naturales con las mujeres y se encendieron en su lascivia unos con otros. Cometieron hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibieron en sí mismos la retribución que merecía su perversión.

28 Y como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no convienen. 29 Están atiborrados de toda clase de injusticia, inmoralidad sexual, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades. 30 Son murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, insensibles, implacables, inmisericordes. 32 Y aunque saben bien el juicio de Dios, en cuanto a que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se regodean con los que las practican.

La Biblia en un año ©2024 

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