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Junio 4

Deuteronomio 3, Salmos 81, Apocalipsis 7
AudioCCF Bogotá
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Deuteronomio 3

Israel derrota al rey de Basán

1 »Partimos de allí, y subimos por el camino de Basán, y en Edrey nos salió al encuentro Og, el rey de Basán, para pelear contra nosotros. 2 Pero el Señor me dijo: “No le tengas miedo, porque a él y a todo su ejército yo los he puesto en tus manos, lo mismo que a su tierra, para que hagas con él lo que hiciste con Sijón, el rey amorreo que reinaba en Jesbón.” 3 Y el Señor nuestro Dios nos entregó también a Og rey de Basán, y a todo su ejército, y los derrotamos hasta acabar con todos, 4 y luego nos apoderamos de todas sus ciudades, es decir, las sesenta ciudades de la tierra de Argob, que eran del reino de Og en Basán. No quedó una sola ciudad que no conquistáramos. 5 Todas ellas eran ciudades fortificadas y de altas murallas, con portones y cerrojos, sin contar otras muchas ciudades sin murallas. 6 Las destruimos, como lo hicimos con Sijón, el rey de Jesbón. En todas las ciudades matamos a hombres, mujeres y niños, 7 y nos apoderamos de todo el ganado y de los despojos de las ciudades.

8 »En aquel tiempo conquistamos la tierra que va del arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, en la ribera oriental del Jordán, la cual estaba en manos de esos dos reyes amorreos 9 (al monte Hermón, los sidonios lo llaman Sirión, y los amorreos, Senir), 10 más todas las ciudades de la llanura, y todo Galaad y todo Basán, hasta Salca y Edrey, ciudades del reino de Og en Basán. 11 Del resto de los gigantes sólo había quedado Og, el rey de Basán. Su cama, que aún puede verse en Rabá de los amonitas, era de hierro, y medía cuatro metros de largo por dos metros de ancho, tomando como base de medición el codo humano.

Territorio de Rubén y Gad, y de la media tribu de Manasés

12 »El territorio que en aquel tiempo conquistamos, y que va de Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, hasta la mitad del monte de Galaad, se la entregué a los rubenitas y a los gaditas, junto con sus ciudades. 13 El resto de Galaad, y todo Basán, que era del reino de Og, y toda la tierra de Argob, conocida como tierra de gigantes, se lo entregué a la media tribu de Manasés. 14 Yaír hijo de Manasés tomó posesión de toda la tierra de Argob, hasta el límite con Gesur y Macá, y le dio su nombre, Basán-havot-jair, y así se llama hasta el día de hoy. 15 A Maquir le entregué Galaad, 16 y a los rubenitas y gaditas les entregué Galaad, hasta el arroyo de Arnón. Sus límites eran la mitad del valle, hasta el arroyo de Jaboc, que es el límite de los amonitas; 17 el Arabá, con el Jordán como límite, desde Cineret hasta el mar del Arabá, es decir, el Mar Salado, y por el lado oriental, las faldas del monte Pisga.

18 »En aquel tiempo, yo les di la siguiente orden: “El Señor su Dios les ha dado en propiedad esta tierra. Pero todos ustedes, los aguerridos, deben tomar sus armas y cruzar el río al frente de sus hermanos israelitas. 19 En las ciudades que les he entregado sólo se quedarán sus mujeres y sus hijos, y también el mucho ganado que yo sé que ustedes tienen. 20 Ninguno de ustedes podrá volver a la tierra que les he entregado hasta que el Señor haya establecido a sus hermanos como a ustedes, y ellos hayan recibido también la tierra que el Señor su Dios les da al otro lado del Jordán.” 21 En aquel tiempo también le ordené a Josué: “Tú mismo has visto todo lo que el Señor tu Dios hizo con aquellos dos reyes. Y lo mismo hará el Señor con todos los reinos por los cuales vas a pasar. 22 No les tengan miedo, porque el Señor su Dios es quien pelea por ustedes.”

Moisés no entra a Canaán

23 »En aquel tiempo, le rogué al Señor en oración: 24 “Tú, Señor y Dios, has comenzado a mostrar tu grandeza y tu mano poderosa a este siervo tuyo. Ciertamente, no hay dios en el cielo ni en la tierra que haga las grandes proezas que tú haces. 25 Yo te ruego que me concedas cruzar el río y contemplar esa bella tierra que está más allá del Jordán, y ese bello monte, y el Líbano.” 26 Pero por culpa de ustedes el Señor se había enojado contra mí, y por eso no me escuchó, sino que me dijo: “¡Basta! No me hables más de este asunto. 27 Sube a la cumbre del Pisga, y dirige la mirada al norte y al sur, al este y al oeste. Mira con tus propios ojos, porque no cruzarás el Jordán. 28 Manda a Josué, y anímalo y fortalécelo. Será él quien lo cruzará al frente de este pueblo, y será él quien les dé posesión de la tierra que ahora verás.”

29 »Y nos detuvimos en el valle, delante de Bet Pegor.

Salmos 81

Bondad de Dios y perversidad de Israel
Al músico principal. Sobre Gitit. Salmo de Asaf.

1 Cantemos con gozo a Dios, nuestra fortaleza;
aclamemos con júbilo al Dios de Jacob.
2 Entonemos cánticos, al son del pandero,
de la melodiosa arpa y del salterio.
3 Toquemos la trompeta en el novilunio,
en el día señalado para nuestra fiesta solemne.
4 Esto es un estatuto para Israel;
es una ordenanza del Dios de Jacob,
5 que la constituyó como testimonio para José
cuando salió contra la tierra de Egipto.

Oí un lenguaje que no pude entender:

6 «Liberé tu hombro de llevar pesada carga;
tus manos dejaron de cargar los cestos.
7 En tu angustia clamaste a mí, y yo te salvé;
desde el centro del trueno te respondí,
y junto a las aguas de Meriba te puse a prueba.

8 »Escúchame, pueblo mío, que quiero amonestarte.
¡Cómo quisiera yo, Israel, que me escucharas!
9 No debes tener ningún dios ajeno.
No debes inclinarte ante dioses extraños.
10 Yo soy el Señor, tu Dios;
yo te saqué de la tierra de Egipto.
Abre la boca, y yo te daré de comer.

11 »Pero tú, mi pueblo, no escuchaste mi voz;
tú, Israel, no quisiste obedecerme,
12 y por tu obstinación te abandoné
para que siguieras tus propios consejos.
13 ¡Ay, pueblo mío! ¡Si me hubieras escuchado!
¡Ay, Israel! ¡Si hubieras seguido mis caminos!
14 ¡En un instante habría derrotado a tus enemigos,
y habría descargado mi mano sobre tus adversarios!
15 Los que me aborrecen se me habrían sometido,
y yo, el Señor, pondría para siempre fin a sus días.
16 Pero a ti te alimentaría con lo mejor del trigo,
y apagaría tu sed con miel extraída de la peña.»

Apocalipsis 7

Los 144 mil sellados

1 Después de esto vi a cuatro ángeles que estaban de pie sobre los cuatro extremos de la tierra. Estos ángeles impedían que los cuatro vientos de la tierra soplaran sobre la tierra o sobre el mar, o sobre todo árbol. 2 También vi que otro ángel venía por donde sale el sol. Tenía el sello del Dios vivo, y con grandes voces llamaba a los cuatro ángeles, los cuales habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar. 3 Les dijo: «No dañen a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que a los siervos de nuestro Dios les hayamos puesto un sello en la frente.» 4 Pude oír que el número de los que fueron sellados era de ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de entre todas las tribus de los hijos de Israel:

5 Doce mil de la tribu de Judá,
doce mil de la tribu de Rubén,
doce mil de la tribu de Gad,
6 doce mil de la tribu de Aser,
doce mil de la tribu de Neftalí,
doce mil de la tribu de Manasés,
7 doce mil de la tribu de Simeón,
doce mil de la tribu de Leví,
doce mil de la tribu de Isacar,
8 doce mil de la tribu de Zabulón,
doce mil de la tribu de José,
doce mil de la tribu de Benjamín.

La multitud vestida de ropas blancas

9 Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, 10 y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» 11 Todos los ángeles estaban de pie, alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y delante del trono inclinaron el rostro y adoraron a Dios. 12 Decían: «¡Amén! A nuestro Dios sean dadas la bendición y la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, y la honra, el poder y la fortaleza, por los siglos de los siglos. ¡Amén!»

13 Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?» 14 Yo le respondí: «Señor, tú lo sabes.» Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia. 16 No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, 17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima.»

La Biblia en un año ©2024 

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