La Biblia en un año
Mayo19
Números 23, Salmos 65, 2 Pedro 2
Números 23
1 Balaam le dijo a Balac:
«Levanta aquí siete altares, y prepárame siete becerros y siete carneros.»
2 Balac hizo lo que Balaam le ordenó, y Balac y Balaam ofrecieron un becerro y un carnero en cada altar. 3 Luego Balaam le dijo a Balac:
«Quédate junto a tu holocausto, que yo iré a ver si el Señor quiere encontrarse conmigo. Si hay algo que él me muestre, te lo haré saber.»
Y Balaam se fue a un monte desolado. 4 Entonces Dios vino al encuentro de Balaam, y éste le dijo:
«He ordenado levantar siete altares, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero.»
5 El Señor puso su palabra en labios de Balaam, y le dijo:
«Regresa a donde está Balac, y dile lo que voy a decirte.»
6 Balaam volvió a donde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, junto con todos los príncipes de Moab. 7 Entonces Balaam pronunció estas palabras proféticas:
«Balac, el rey de Moab, me trajo de Aram;
me hizo venir de los montes del oriente.
Me pidió venir y maldecir a Jacob;
me ordenó desearle el mal a Israel.
8 ¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo?
¿Cómo condenar a quien el Señor no ha condenado?
9 Desde lo alto de las peñas puedo verlo;
desde las colinas puedo observarlo.
Es un pueblo que habita confiado,[a]
y que las naciones no toman en cuenta.
10 ¿Quién puede contar el polvo de Jacob,
o la cuarta parte del pueblo de Israel?
¡Espero morir como mueren los justos!
¡Espero tener el mismo final de ellos!»
11 Entonces Balac le dijo a Balaam:
«¿Pero qué es lo que haces conmigo? Te hice venir para que maldijeras a mis enemigos, ¡y ahora resulta que los estás bendiciendo!»
12 Balaam le respondió:
«¿Y acaso no tengo que decir lo que el Señor ponga en mis labios?»
13 Pero Balac insistió:
«Te ruego que vengas conmigo a otro lugar, desde donde no puedas ver a todos ellos sino solamente su parte extrema. Desde allí los maldecirás por mí.»
14 Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofín, que está en la cumbre del Pisga. Allí edificó siete altares, y en cada altar ofreció un becerro y un carnero. 15 Entonces Balaam le dijo a Balac:
«Quédate aquí, junto a tu holocausto, que yo iré por allí a encontrarme con Dios.»
16 Entonces el Señor salió al encuentro de Balaam, y puso en sus labios su palabra. Le dijo:
«Vuelve adonde está Balac, y dile lo que voy a decirte.»
17 Balaam fue adonde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, acompañado de los príncipes de Moab. Y Balac le dijo:
«¿Qué te dijo el Señor?»
18 Y Balaam pronunció estas palabras proféticas:
«Vamos, Balac, ¡ponte de pie!
¡Escucha mis palabras, hijo de Sipor!
19 Dios no es un simple mortal
para que mienta o cambie de parecer.
Si él habla, ciertamente actúa;
si él dice algo, lo lleva a cabo.
20 Yo he recibido la orden de bendecir;
la bendición de Dios no puedo revocarla.
21 Dios no ha hallado iniquidad en Jacob,
ni ha encontrado perversidad en Israel.
El Señor su Dios está con ellos,
y ellos lo aclaman como su rey.
22 Dios los ha sacado de Egipto
con la poderosa fuerza de un búfalo.
23 Contra Jacob nada pueden las brujerías;
contra Israel nada valen las artes mágicas.
De Jacob, que es Israel, se dirá:
¡Miren lo que ha hecho Dios con ellos!
24 Este pueblo se levantará como un león;
como león rugiente se pondrá de pie.
No se echará hasta haber devorado la presa,
¡hasta saciarse con la sangre de los muertos!»
25 Pero Balac le dijo a Balaam:
«Si no lo vas a maldecir, ¡tampoco lo bendigas!»
26 Y Balaam le respondió:
«¿No te he dicho que yo debo decir todo lo que el Señor me diga?»
27 Balac le dijo entonces:
«Yo te ruego que me acompañes a otro lugar. Tal vez desde allí Dios maldiga a Israel.»
28 Y Balac llevó a Balaam a la cumbre de Pegor, desde donde se mira hacia el desierto.[b] 29 Allí Balaam le dijo a Balac:
«Levanta aquí siete altares, y prepárame siete becerros y siete carneros.»
30 Balac hizo lo que Balaam le ordenó, y éste ofreció un becerro y un carnero en cada altar.
Salmos 65
La bondad de Dios en la naturaleza
Al músico principal. Salmo. Cántico de David.
1 A ti, Dios mío, debemos alabarte en Sión;
a ti debemos cumplir nuestros votos,
2 pues tú escuchas nuestras oraciones.
A ti acude todo el género humano.
3 Nuestras malas acciones nos dominan,
pero tú perdonas nuestras rebeliones.
4 ¡Cuán dichoso es aquel a quien tú escoges
y lo llevas a vivir en tus atrios!
Nosotros quedamos plenamente satisfechos
con las bondades de tu casa,
con las bendiciones de tu santo templo.
5 Tú, Dios de nuestra salvación,
nos respondes con grandes actos de justicia.
En ti esperan los confines de la tierra
y los mares más remotos.
6 Tú te revistes de valor
y con tu poder afirmas los montes.
7 Tú sosiegas el estruendo de los mares,
acallas el estrépito de sus olas,
y silencias el alboroto de los pueblos.
8 Tiemblan de miedo, ante tus maravillas,
los que habitan en los extremos de la tierra.
Tú haces que el sol grite de alegría
al salir por la mañana, y al caer la tarde.
9 Tú, con la lluvia, cuidas de la tierra,
y en gran manera la fecundas y enriqueces.
Llenas de agua tus corrientes caudalosas
y preparas el grano, cuando así lo dispones.
10 Haces que los surcos se empapen
y que se nivelen los terrones;
con tus lluvias los reblandeces,
y bendices sus renuevos.
11 Con tu bondad engalanas el año;
a tu paso vas esparciendo abundancia.
12 Los pastizales del desierto se ven rebosantes,
y las colinas se revisten de alegría;
13 los llanos se saturan de rebaños,
y los valles se tapizan con trigales.
¡Todo canta y lanza gritos de júbilo!
2 Pedro 2
Falsos profetas y falsos maestros
1 Entre el pueblo hubo también falsos profetas, como también habrá entre ustedes falsos maestros que con disimulo introducirán herejías destructivas, y hasta llegarán a negar al Señor que los rescató, con lo que atraerán sobre sí mismos súbita destrucción. 2 Muchos imitarán su conducta indecente, y por causa de ellos se hablará mal del camino de la verdad. 3 Por su rapacidad, estos falsos maestros harán negocio con ustedes. Pero la condenación los espera desde hace mucho tiempo, y su perdición ya está en camino.
4 Es un hecho que Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los lanzó a oscuras prisiones, donde se les vigila para llevarlos a juicio. 5 Y tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que protegió a Noé, quien proclamó la justicia, y a otras siete personas, y luego envió el diluvio sobre el mundo de los impíos. 6 Dios también condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, y las redujo a cenizas, para que sirvieran de escarmiento a los futuros impíos, 7 pero puso a salvo al justo Lot, que vivía abrumado por la desenfrenada conducta de los malvados. 8 (Porque para este hombre justo, que vivía entre ellos, cada día era un tormento al ver y oír lo que esos malvados hacían.) 9 El Señor sabe librar de la tentación a los piadosos, y sabe también reservar a los injustos para que sean castigados en el día del juicio, 10 sobre todo a los que se dejan llevar por la depravada naturaleza humana, y andan en deseos impuros y en la inmundicia, con lo que desprecian la autoridad divina.
Son atrevidos y arrogantes, y no tienen miedo de insultar a los poderes superiores. 11 Los ángeles, en cambio, aunque son mayores en fuerza y en poder, no se atreven a insultarlos ni a condenarlos delante del Señor. 12 Pero éstos hablan mal de cosas que no entienden; son como animales irracionales, que nacieron para ser presa de la destrucción. Por eso, su propia destrucción los destruirá, 13 y recibirán el castigo que merece su injusticia. Creen que el placer consiste en gozar de los deleites a plena luz del día. Son una vergüenza y una deshonra, pues mientras comen con ustedes se solazan en sus propios placeres. 14 Su mirada está cargada de adulterio, no se cansan de pecar, seducen a los pusilánimes, su corazón está habituado a la codicia; ¡son hijos de maldición! 15 Se han apartado del camino recto, se han extraviado por seguir el camino de Balaam hijo de Beor, que tanto amó el premio de la maldad 16 que fue reprendido por su iniquidad; ¡una bestia de carga, que no podía hablar, habló con voz humana y puso un alto a la locura del profeta!
17 Éstos son fuentes sin agua, nubes que arrastra la tormenta, y para siempre les espera la más densa oscuridad. 18 Cuando hablan, lo hacen con palabras arrogantes y vanas; mediante las pasiones humanas y el libertinaje seducen a los que habían comenzado a apartarse de los que viven en el error. 19 Les prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues todo aquel que es vencido, se vuelve esclavo del que lo venció. 20 Gracias al conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, habían logrado escapar de las contaminaciones del mundo, pero volvieron a enredarse en ellas y fueron vencidos, con lo que su estado final fue peor que el primero. 21 Les hubiera sido mejor no haber conocido el camino de la justicia, que volverse atrás después de haber conocido y recibido el santo mandamiento. 22 Pero en ellos se ha cumplido la verdad proverbial: «El perro vuelve a su vómito», y «la puerca recién lavada vuelve a revolcarse en el lodo.»