La Biblia en un año
Mayo23
Números 27, Salmos 69, 1 Juan 3
Números 27
Las hijas de Selofejad
1 Selofejad hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias de Manasés hijo de José, tenía cinco hijas llamadas Malá, Nogá, Joglá, Milca y Tirsa. Éstas fueron 2 a la puerta del tabernáculo de reunión y se presentaron ante Moisés y el sacerdote Eleazar, y ante los príncipes y toda la congregación, para decirles:
3 «Nuestro padre murió en el desierto, pero no por haber estado en el grupo de Coré, entre los que se juntaron contra el Señor, sino que murió por su propio pecado y sin haber tenido hijos varones. 4 ¿Acaso por no haber tenido hijos nuestro padre se quitará su nombre de entre su familia? ¡Danos una propiedad familiar entre sus hermanos!»
5 Moisés le presentó el caso al Señor, 6 y el Señor le respondió:
7 «Las hijas de Selofejad tienen razón. Dales posesión de una propiedad familiar entre los hermanos de su padre. Traspasa a ellas los derechos de propiedad de su padre. 8 Además, diles a los hijos de Israel que, cuando alguno de ellos muera sin tener hijos, sus derechos de propiedad se traspasarán a su hija. 9 Si tampoco tuvo hija, sus derechos de propiedad pasarán a sus hermanos. 10 Si tampoco tuvo hermanos, sus derechos de propiedad pasarán a los hermanos de su padre. 11 Y si su padre tampoco tuvo hermanos, sus derechos pasarán a su pariente tribal más cercano, y éste será el dueño. Esto será un estatuto legal para los hijos de Israel, tal y como yo, el Señor, te lo he ordenado.»
Josué, sucesor de Moisés
12 El Señor le dijo a Moisés:
«Sube a este monte Abarín. Desde allí verás la tierra que voy a darles a los hijos de Israel. 13 Después de que la hayas visto, también tú irás a reunirte con tu pueblo, como tu hermano Aarón, 14 porque allá en Meriba, en el desierto de Zin, cuando la congregación me hizo reclamos, ustedes se rebelaron contra mi mandato y delante de ellos no me santificaron.»
Estas aguas de Meriba están en Cades, en el desierto de Zin.
15 Moisés le respondió al Señor:
16 «Señor y Dios del espíritu que habita en todo ser, pon a cargo de la congregación alguien 17 que salga al frente de ellos y que los haga volver. Que no sea tu congregación, Señor, como un rebaño de ovejas sin pastor.»
18 Y el Señor le dijo:
«Pues toma a Josué hijo de Nun, que es un hombre con espíritu. Pon tu mano sobre él, 19 y llévalo ante el sacerdote Eleazar y ante toda la congregación, y en presencia de ellos entrégale el mando. 20 Pon sobre él tus propias atribuciones, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca. 21 Él se presentará ante el sacerdote Eleazar para consultarme por medio del Urim. Cuando Josué lo ordene, todos los hijos de Israel saldrán, y cuando él lo ordene, todos los hijos de Israel volverán.»
22 Moisés hizo lo que el Señor le ordenó, y tomó a Josué y lo llevó ante el sacerdote Eleazar y ante toda la congregación, 23 y poniendo sobre él las manos le entregó el mando, tal y como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.
Salmos 69
Un grito de angustia
Al músico principal. Sobre Lirios. Salmo de David.
1 Sálvame, oh Dios,
porque las aguas me han llegado hasta el cuello.
2 Me encuentro hundido en profundo pantano,
y no hallo dónde poner el pie.
He caído en aguas abismales, y me cubre la corriente.
3 Ya me canso de llamar; ronca está mi garganta;
mis ojos desfallecen en espera de mi Dios.
4 Son más los que me odian sin motivo,
que los cabellos de mi cabeza.
Son muy poderosos mis enemigos,
los que sin razón quieren destruirme.
¿Acaso he de pagar lo que no he robado?
5 Tú, mi Dios, sabes que soy un insensato;
mis pecados no son para ti un secreto.
6 Señor, Dios de los ejércitos y Dios de Israel,
¡no permitas que por mi culpa
sean avergonzados los que en ti confían!
¡No permitas que por mi culpa
sean confundidos los que te buscan!
7 Por ti he sido objeto de insultos;
¡mi rostro se ha cubierto de confusión!
8 Soy un extraño para mis propios hermanos;
¡los hijos de mi madre me desconocen!
9 Y es que mi amor por tu casa me consume;
¡caen sobre mí los insultos de los que te ofenden!
10 Aflijo mi cuerpo con ayunos y sollozos,
y por esto la gente me insulta.
11 Dejé mi ropa y me vestí de cilicio,
y ahora soy para la gente motivo de burla.
12 Los consejeros del pueblo hablan mal de mí,
¡y hasta los borrachos me componen parodias!
13 Pero yo oro a ti, Señor, en el momento de tu buena voluntad;
¡escúchame, Dios mío, por tu gran misericordia
y por la verdad de tu salvación!
14 ¡Sácame del lodo! ¡No dejes que me hunda!
¡Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas!
15 ¡No dejes que me ahogue la corriente!
¡No permitas que me trague el abismo,
ni que este pozo cierre sobre mí sus fauces!
16 Señor, por tu bondad y misericordia, ¡respóndeme!
Por tu infinita piedad, ¡dígnate mirarme!
17 ¡No le vuelvas la espalda a este siervo tuyo!
¡Date prisa, y escúchame, que estoy angustiado!
18 ¡Acércate, y ven a salvarme la vida!
¡Líbrame, por causa de mis enemigos!
19 Tú sabes de mi afrenta, mi confusión y mi oprobio;
ante ti están todos mis adversarios.
20 Las burlas me han roto el corazón, y estoy acongojado.
Esperaba compasión, y nadie me la tuvo;
alguien que me consolara, y a nadie hallé.
21 Cuando tuve hambre, me dieron ajenjo;
cuando tuve sed, me dieron vinagre.
22 ¡Que sean sus banquetes una trampa para ellos!
¡Que sus sacrificios de paz les sean un tropiezo!
23 ¡Que sus ojos se nublen y pierdan la vista!
¡Haz que pierdan para siempre su vigor!
24 ¡Descarga tu enojo sobre ellos!
¡Que el furor de tu enojo los alcance!
25 ¡Que sea destruido su campamento,
y no haya en sus tiendas quien las habite!
26 Porque persiguen al que tú has herido,
y divulgan el dolor de los que tú has golpeado.
27 Añade maldad a su maldad;
¡no les concedas tu perdón!
28 ¡Bórralos del libro de la vida!
¡Que no queden registrados entre los justos!
29 Pero a mí, que estoy pobre y afligido,
¡ponme, oh Dios, en alto con tu salvación!
30 Así alabaré entre cánticos tu nombre;
¡te exaltaré con alabanzas!
31 Así, Señor, te agradarás de mí
más que si te ofreciera un toro o un becerro.
32 Al ver esto, los oprimidos se alegrarán.
Busquen a Dios, y vivirá su corazón;
33 porque el Señor escucha a los menesterosos,
y no rechaza a los que están prisioneros.
34 ¡Que lo alaben los cielos y la tierra,
los mares y todo lo que hay en ellos!
35 Dios salvará a Sión, y reconstruirá las ciudades de Judá,
y su pueblo las recuperará y las habitará.
36 Los descendientes de sus siervos las heredarán,
y los que aman su nombre habitarán en ellas.
1 Juan 3
Hijos de Dios
1 Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios. Y lo somos. El mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
4 Todo aquel que comete pecado, quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. 5 Y ustedes saben que él apareció para quitar nuestros pecados, y en él no hay pecado. 6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no lo ha visto, ni lo ha conocido. 7 Hijitos, que nadie los engañe, el que hace justicia es justo, así como él es justo. 8 El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. 9 Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, ni ama a su hermano, tampoco es de Dios.
11 Éste es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas. 13 Hermanos míos, no se extrañen si el mundo los odia. 14 En esto sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida: en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en la muerte. 15 Todo aquel que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. 16 En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. Así también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. 17 Pero ¿cómo puede habitar el amor de Dios en aquel que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano pasar necesidad, y le cierra su corazón? 18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
19 Y en esto sabemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestro corazón delante de él, 20 pues si nuestro corazón nos reprende, Dios es mayor que nuestro corazón, y él sabe todas las cosas. 21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios, 22 y recibiremos de él todo lo que le pidamos, porque obedecemos sus mandamientos, y hacemos las cosas que le son agradables. 23 Éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como Dios nos lo ha mandado. 24 El que obedece sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. En esto sabemos que él permanece en nosotros: por el Espíritu que él nos ha dado.